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Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria
Plaza del Rey, 1
28004 - Madrid
06/03/2020
Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, el próximo 8 de marzo, desde la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria hemos querido rendir homenaje a cinco mujeres pertenecientes a la generación del 27.
Editoras, pintoras, escritoras o ilustradoras brillantes, no siempre recibieron el reconocimiento que merecían. La selección de estas cinco profesionales es fruto del trabajo del Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico, mientras que las imágenes que presentamos provienen de la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
“Una vez había dos niñas, quienes à la edad en que otras niñas leen libros de cuentos y hojean libros de estampas, los escribían y dibujaban ellas. […] La mayor se llamaba Consuelo y era la que urdía fábulas de otras tierras y de otros tiempos. La pequeña, Marga, era la que ilustraba con su propia fantasía de dibujante las narraciones fraternas”. De este modo el periodista, crítico de arte, traductor y novelista, José Francés, recordaba en 1929, en un artículo de La Esfera: ilustración mundial, a las hermanas Gil Roësset, quienes habían publicado su primer libro, El niño de oro, tan solo unos años antes, en 1921, con apenas 16 y 13 años.
Consuelo y Marga crecieron en Madrid, en una familia de la alta burguesía que contaba ya con otras mujeres artistas como su tía María Roësset Mosquera (1882-1921), pintora, al igual que su prima Marisa Roësset y Velasco (1904-1976). Su padre, Julián Gil Clemente, ingeniero y militar, y su madre, Cecilia Margot Roësset Mosquera, mujer culta, se preocuparon de que sus hijas recibieran una educación lo más completa posible, más parecida a la que recibían los niños de la época, que a la que se les ofrecía a las niñas.
Escritora, editora y traductora, era la mayor de las dos hermanas. Estudió en la Universidad Central de Madrid y fue una de las pocas mujeres universitarias de la época. Catedrática de inglés, impartió clases en la universidad y, terminada la guerra, también en el Instituto Lope de Vega de Madrid. Mostró un gran interés por la pedagogía infantil, y pronto se dio cuenta de la importancia del tebeo como herramienta de apoyo a la educación de los más pequeños.
Al comienzo de la Guerra Civil se trasladó a San Sebastián, donde colaboró en las revistas La Ametralladora y Pelayos, más tarde conocida como Flechas y Pelayos (San Sebastián, 1936-1938). En 1938 fundó, junto con Juan Baygual, la revista Chicos, que también dirigió.
En 1941 empezó a publicar Mis Chicas, primera revista para niñas de la posguerra. Además de Chiquitito (1942) y El Gran Chicos (1945).
Considerada una niña prodigio, destacó en el dibujo y la escultura. Su obra se compone de acuarelas, esculturas y cuentos ilustrados, algunos de ellos escritos por su hermana Consuelo. “Escultora enérgica, vibrante y misteriosa”, la calificaba José Francés, quien se preguntaba en 1929: “¿De dónde viene ese afán insaciable de verdad humana […] que surge de las formas modeladas por esa mano casi adolescente?”.
Forma parte de la generación del 27 y se encuentra entre el grupo de mujeres artistas conocidas como Las Sinsombrero. Junto a su hermana, frecuentó a Juan Ramón Jiménez y a su esposa Zenobia Camprubí, de la que eran admiradoras y a la que realizó un busto. Se enamoró perdidamente del poeta y, ante un amor imposible, se suicidó intentando antes destruir sus obras. La Fundación Juan Ramón Jiménez ha contribuido a preservar su obra.
Pintora madrileña, se formó con Fernando Álvarez de Sotomayor, pintor y director del Museo del Prado. Pertenece a la generación del 27 y se encuentra también entre el grupo de Las Sinsombrero. En su juventud participó en la Sociedad de Artistas Ibéricos, creada en 1924 con el fin de incorporar el arte español a las vanguardias, introduciendo el arte cubista.
En 1932 consiguió la segunda medalla de pintura en la Exposición Nacional de Bellas Artes con el lienzo, 'Adán y Eva', obra de ese mismo año y que actualmente se encuentra expuesta en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Presentará esta misma pintura en las muestras organizadas por la Sociedad de Artistas Ibéricos en Copenhague y en la galería Flechteim de Berlín, entre diciembre de 1932 y enero de 1933.
Tras contraer matrimonio en plena Guerra Civil con un médico catalán, se instaló en Barcelona. En 1939 acudió con tres obras a la Exposición Nacional de Pintura y Escultura, celebrada en Valencia. Expuso también en la Bienal de Venecia, en 1942. En 1944 fue seleccionada para el 'II Salón de los Once', muestra organizada por la Academia Breve de Crítica de Arte e impulsada por D´Ors para dar a conocer el arte de la primera posguerra.
Como ilustradora, destacan sus colaboraciones para la revista Vértice, así como sus originales para las publicaciones Cuentos para soñar, de María Teresa León (1928), y Princesas del martirio, de Concha Espina (Ed. Gustavo Gili, 1940).
Escritora de la generación del 27, forma parte también de Las Sinsombrero. Sobrina de Ramón Menéndez Pidal y de María Goyri, en su educación influyeron mucho sus tíos, sobre todo su tía María, que había sido una de las primeras mujeres españolas en obtener un doctorado en Filosofía y Letras.
María Teresa estudió en la Institución Libre de Enseñanza y se licenció en Filosofía y Letras. Se casó muy joven, en 1920, con Gonzalo de Sebastián, con el que tuvo dos hijos. Bajo el seudónimo de Isabel Inghirami escribió artículos para el Diario de Burgos. El diario está disponible para su consulta en la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica
En 1929 publicó su primer libro, Cuentos para soñar. Y un año más tarde, La bella del mal amor, ilustrado precisamente por Rosario de Velasco. Es en esa época cuando conoció a Rafael Alberti, con quien se casó en 1932. La Junta para la Ampliación de Estudios ofreció entonces a María Teresa León una ayuda para estudiar el movimiento teatral europeo, y ambos comenzaron un viaje por Berlín, la Unión Soviética, Dinamarca, Noruega, Bélgica y Holanda.
El golpe de Estado de 1936 les sorprendió en Ibiza, de donde consiguieron escapar. En plena guerra se instalaron en Madrid, donde María Teresa pasó a ejercer el cargo de secretaria de la Alianza de Escritores Antifascistas. Junto con Alberti, fundaron la revista El Mono Azul, desde donde desarrolló una intensa actividad de agitación cultural y literaria en los frentes de batalla.
Sus vivencias en el Madrid bélico aparecen reflejadas con gran intensidad en dos novelas: Contra viento y marea y Juego limpio.
Ilustradora de libros infantiles y juveniles, destacan sus trabajos en la colección Celia (Celia madrecita, 1939) y Matón Kiki (Matón Kiki y sus hermanas) de Elena Fortún. "Después de la guerra, el contradictorio personaje [de Celia] renacería en la imagen detallista e idealizada de Luisa Butler", explica Aneta Vasileva, en Las rosas de mañana. Configuración del modelo femenino en la ilustración infantil e historieta españolas del siglo XX.
Idea en la que abunda Jaime García Padrino en su artículo 'Los ilustradores de Celia', publicado en la revista Clij: Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil: Año 10, Nº 90, (1997): "Con sus ilustraciones vuelven el gusto por el detalle en los ambientes y un realismo ocupado por el reflejo de los personajes". explica.
Sus ilustraciones aparecen también en otros libros infantiles como Montaña y Luz, de Montserrat del Amo (1953).
Falleció en Madrid, en 1978.
Fuentes consultadas: