Dibujo a carboncillo en el que podemos ver a dos toreros de espaldas con sus capotes de paseo liados y tocados con sus respectivas monteras. La escena representa los momentos previos al inicio del paseíllo. El espacio está sutilmente esbozado con unas líneas que marcan la arcada de acceso a la plaza. La luz entra desde el ruedo y deja en contraluz a los dos toreros del primer plano. En el dibujo se esbozan otros personajes, posiblemente otros toreros, picadores o monosabios. Este apunte está directamente relacionado con la obra “Antes de la corrida”.
El paseíllo es todo un rito, con su orden y razón de ser. Su origen se remonta a las tareas de “despeje” o desalojo de los aficionados del ruedo de la plaza. Estos trabajos los realizaba la autoridad o los alguaciles, que debían dejar el ruedo despejado para poder comenzar la corrida de toros.
Actualmente se ha perdido la función práctica del paseíllo, pero se mantiene todo el valor simbólico y protocolario. El cortejo se abre por los alguacilillos, que hacen el “despeje” de plaza y tras ellos las cuadrillas encabezadas por los matadores, que se ordenan por antigüedad, según la fecha de alternativa. El paseíllo concluye con el saludo protocolario de todos los participantes en el festejo al presidente de la corrida.
Desde fechas muy tempranas, Sorolla se había sentido atraído por la fiesta de los toros y por todos los aspectos que configuran la liturgia taurina. En 1896, Sorolla escribe a Pedro Gil Moreno de Mora y hace referencia al cuadro “Antes de la corrida”:
“el momento en que la cuadrilla se prepara para salir al redondel, el efecto de luz y el color local son estupendos; si logro arrancar algo de aquello habré hecho un gran trozo de pintura…”
El presente dibujo está realizado en Valencia y el arco que se esboza en la escena, pertenece a la plaza de toros de la referida ciudad.
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