Abanico con aplicaciones fotográficas iluminadas a la acuarela. El anverso alterna dibujos de banderillas de distintos colores y retratos de toreros decimonónicos con sus nombres en letras doradas. Por debajo, se encuentran diferentes representaciones de suertes del toreo y motivos alegóricos de temática taurina. El reverso presenta una reproducción en positivo de un dibujo de José Luis Pellicer de la antigua plaza de toros de Madrid, inaugurada en la calle Goya en 1874.
Bandeja de plata del siglo XIX, cercana a los tipos de la platería romántica, decorada con imágenes taurinas: un torero en la suerte de matar recibiendo y una escena de un picador a caballo. Los plateros toman sus modelos de las estampas de temática taurina que se difundieron con gran éxito por nuestro país y el extranjero.
Los lebrillos constituyen una de las piezas más características de la producción de la cerámica de Triana. A partir del siglo XIX, los lebrillos “trianeros”, con un estilo muy popular y una gran fuerza expresiva, vivieron un periodo de apogeo. Este lebrillo, en azul y blanco, muestra la representación de un toro de perfil rodeado por diferentes motivos vegetales.
Figura/silbato que representa a un picador a caballo con todos los elementos asociados a su papel en la corrida de toros -cuenta con un orificio en su mano derecha, que serviría para introducir la pica-. Estas piezas se vinculan con producciones populares relacionadas con el mundo cotidiano, los juegos y los juguetes tradicionales. Resulta muy característico de los silbatos elaborados en Jaén la presencia en su tipología de figuras relacionadas con el mundo de la tauromaquia.
Trascripción de la “Encuesta del Ateneo”, estudio que se llevó a cabo entre 1901 y 1902 sobre las costumbres populares en España, en la que se explica la popularización del nombre de Rafael entre los niños cordobeses a partir del enorme impacto social que tuvo el torero cordobés Rafael Molina Sánchez “Lagartijo”. Un fenómeno que se conoció como “Los Rafaeles”.