Desde el nacimiento de la fotografía, en el primer tercio del siglo XIX, la fiesta de toros, el gran espectáculo de masas en esos momentos en España, fue objeto de atención de aquellos primeros fotógrafos que venían a nuestro país fascinados por el pintoresquismo de nuestras costumbres. Fue a partir de finales de la década de 1850, cuando los fotógrafos comenzaron a ofrecer las primeras escenas de los ruedos, además de retratos de estudio de los toreros y sus cuadrillas. De hecho, las primeras fotos que conocemos con temática taurina, realizadas en España, se las debemos al Conde de Vernay y se trata de tres imágenes de una corrida celebrada en el Puerto de Santa María en 1859. Pero será Jean Laurent, quien desde fechas muy tempranas fotografiará las corridas de toros, así como numerosos retratos de toreros, banderilleros y picadores.
La proliferación de publicaciones taurinas, aumenta la cantidad de profesionales que se dedican a inmortalizar lo que ocurre dentro y fuera de los ruedos, así revistas como La Tauromaquia, El Telegrama de loterías y toros, El Toreo, Toros y toreros, La Lidia, Torerías o más recientemente, El Ruedo, se nutrieron del trabajo de decenas de fotógrafos y reporteros gráficos, que llenaron las páginas de estas publicaciones con fotografías en las que el mundo del toro se alzaba como protagonista total de los contenidos.
Parafraseando a Juan Miguel Sánchez Vigil y Manuel Durán, autores de “La Historia de la fotografía taurina”, los llamados fotógrafos taurinos siempre hablan del momento fundamental en que el torero y el toro componen la esencia de aquello que los aficionados llaman el embroque. Ese instante, décimas de segundo, en los que la distancia del engaño en la cara del toro es la correcta. La posición de su cabeza está acorde con el temple, la postura de diestro informa que está con la suerte cargada y que el estilo se corresponde con las formas de su toreo. Si el toro ya ha pasado o su embestida va hacia “fuera”, entendamos como “fuera” alejarse de lo natural de la embestida, la foto no es valorada. Si el compás está demasiado abierto o cerrado y no es del gusto del torero, tampoco.
Esta cuarta entrega de las exposiciones temáticas virtuales dedicadas a visibilizar la presencia de la cultura del toro, en sus diferentes manifestaciones, en las colecciones de los Museos estatales, tiene como eje temático la fotografía histórica taurina. Las piezas seleccionadas para esta sección son una fotografía de 1863 realizada por Jean Laurent de Mariano Cortés “El Naranjero” de la colección del Museo Nacional del Romanticismo, una instantánea de la ganadería de Miura y una fotografía con intervenciones de tinta de una vuelta al ruedo de 1900, ambas del Museo Sorolla, dos preciosos retratos de Jose Gómez “Gallito” del Museo del Traje y una tarjeta postal de la plaza de toros de Nimes, perteneciente a la colección del Museo Arqueológico Nacional.