Número de inventario: 3987. Chequilla (Guadalajara).
Hueso de buitre. 27,5 x 1,3 x 2 cm.
Los instrumentos musicales aerófonos realizados con huesos de animales son los testimonios más antiguos que nos han llegado de instrumentos musicales realizados por humanos, fechándose hacia el 40.000 a. C. el primer ejemplar conocido. Éstos pudieron surgir de la práctica de sorber la medula del hueso para la alimentación, dando lugar por azar a los silbatos, a los que posteriormente se les añadirían orificios, para poder obtener diferentes notas. Es probable que surgieran en diferentes partes del mundo a la vez (A. Jambrina Leal, 1994: 13).
Esta flauta es un aerófono de una construcción simple y está confeccionada con un material que se encontraba con relativa facilidad en el campo. Podía ser construida por todo tipo de habitantes del campo, pero especialmente la confeccionaban los pastores.
Las huesos se solían obtener en las buitreras. Éstas son espacios apartados de las poblaciones que, en general, eligen vaguadas cerradas y en puntos poco transitados y en donde se arroja a los animales muertos cuyos restos no se pueden consumir. Como su nombre indica, son lugares donde también es posible encontrar rapaces muertas, por peleas o por vejez, lo que hace que disponer de huesos de estos animales sea relativamente fácil. Normalmente se eligen los huesos de aves para construir aerófonos por motivos técnicos. Son huesos ligeros, con paredes finas y resistentes, lo que da solidez al instrumento. Además, gracias al canal medular, la operación más difícil de los aerófonos, que es taladrar el canal central, ya se presenta resuelta. A esto se añade que la estructura del hueso está formada por elementos esponjosos lo que permite ampliar este espacio central con comodidad hasta hacerlo adecuado para su uso como instrumento musical. Esta estructura también facilita el taladrado para realizar los diferentes orificios sonoros (M. Moreno y C. Pimenta, 2004: 415).
JARM