Número de inventario: 10350. Toledo.
Madera, latón, chapa de hierro. Alt. 66; diám. máx. 22,5; badajo: 14 cm.
La función de este gran cencerro no era la de colgarlo del cuello de ningún animal, sino hacerlo sonar en las “cencerradas” y produciendo un sonido que remite a los animales. Este acto se daba fundamentalmente cuando los viudos contraían de nuevo matrimonio y también cuando éste era de edades desiguales. Durante la boda y las noches siguientes, los mozos del pueblo hacían ruido con cencerros, sartenes, cuernos, etc. También había sátira personal pues en muchos sitios se hacían muñecos que representaban a los novios, incluso a veces al primer cónyuge difunto. Otro aspecto eran los olores desagradables, se quemaban hierbas o se ponía estiércol a la puerta de la casa de los novios (J. Caro Baroja, 1980: 204). Estas actividades, aunque teóricamente prohibidas, se siguieron desarrollando hasta principios del siglo XX. Hay muchos puntos en común con el Carnaval, desde el uso de cencerros y cuernas en indumentarias carnavalescas, al ruido o la sátira.
Las cencerradas se daban en toda España, recibiendo un nombre diferente según la zona: zintzarrots y toberak en el País Vasco, chocallada y encerrallada en Galicia, esquellot en Cataluña, “cencerrada”, “murga” y “matraca” en Castilla, “campanillá” en Extremadura, etc. Esta práctica era también común en el resto de Europa: el equivalente en Francia es el charivari, en Portugal la pandeirada o la festa dos cornos, en Alemania la katzenmusik (música de gatos, otra denominación con origen animal) (J. M. Domínguez Moreno, 1985: 12).
Se ha tratado de dar una explicación a estos actos. Cuando un viudo o un viejo se casa con una moza, está privando a los jóvenes del pueblo de una muchacha disponible para contraer matrimonio. (J. López García, 2002: 100). Cuando es un forastero ocurre lo mismo, por eso los mozos le obligan a invitar a vino el día de la boda, o lo que en muchos sitios llamaban “pagar un piso” (J. M. Domínguez Moreno, 1985: 19). Por último también hay interpretaciones mágicas, como que tiene una función de desagravio para el cónyuge difunto, y es un acto para aplacar a los muertos (N. Belmont, 1981: 19).
CLV