Cartel

Número de inventario: 24173. Barcelona.

Cartón. 47 x 32 cm.

Los carteles referidos a droguería y perfumería constituyen un núcleo de gran importancia dentro de la publicidad comercial de mediados del siglo XX. Gracias a productos hoy tan modestos como las lejías, los jabones de lavar o los insecticidas se produjo una revolución silenciosa a la hora de prevenir enfermedades, con algo tan simple, pero efectivo, como la mayor limpieza en los vestidos y los cuerpos de la gente (VV. AA., 2002 a: 38-39). Esto contribuyó, junto con la aparición de nuevos productos farmacéuticos, a una drástica disminución de las tasas de mortalidad. Gracias a los insecticidas se ha conseguido reducir o eliminar a más de una treintena de portadores de enfermedades (C. Guerrero y F. Rueda, 1988: 125).

El insecticida Excelsior estaba destinado a destruir todo tipo de insectos domésticos: cucarachas, moscas, mosquitos, arañas, hormigas, chinches, avispas, etc. El descubrimiento a finales de los años 30 de las extraordinarias propiedades insecticidas del DDT, uno de los componentes de este insecticida, y sus espectaculares resultados, provocó su utilización generalizada, que hizo creer durante cierto tiempo que el control de este tipo de plagas era definitivo. Debido a la potencia de estos venenos cabía esperar que, antes de su comercialización, debieran haberse conocido los efectos exactos, no solo sobre los insectos a los que iban dirigidos, sino sobre el resto de los seres vivos que pudieran verse afectados por ellos, incluido el hombre. Por desgracia esto no ocurrió de este modo (C. Guerrero y F. Rueda, 1988: 139). En este sentido, no deben olvidarse los serios accidentes que sufrieron y sufren las personas que manipulan insecticidas, ocurridos ante todo por falta de precaución o información. Este alto grado de toxicidad y la peligrosidad de su uso contrasta con la imagen elegida por la marca para publicitar su producto: la imagen de un niño utilizando un fumigador, recalcando la inocuidad y facilidad de uso del mismo; algo que resulta llamativo aún teniendo en cuenta que en ese momento no se conocían exactamente los posibles efectos nocivos que podía tener sobre el ser humano.

DHM