Número de inventario: 18068. Puente del Arzobispo (Toledo).
Arcilla. Alt. 6,9; diám. máx. 39,5 cm.
El león, al que tradicionalmente se le atribuye cualidades como las de dominio, vigilancia, soberanía y majestad, probablemente sea (junto con el águila) el principal animal empleado en la heráldica de muchos países y ciudades. Tal es el caso del blasón zaragozano que decora la parte central de este plato. Como señala A. San Vicente Pino (1991: 16 y 17), el color dorado de este felino rampante se asocia con la naturaleza clara y lúcida del oro como primer metal. Al mismo tiempo, la maleabilidad y pureza del oro también se asocian respectivamente a la paciencia y durabilidad, siendo ambas virtudes propias de ser reunidas por un monarca. La cabeza coronada, por su parte, constituye el primer signo de honor regio que corresponde al titular del Regnum Cesaraugustanum, Alfonso VII, por quien habla el escudo de armas de Zaragoza. Desde una perspectiva histórica, diversas fuentes atribuyen al monarca leonés –Emperador de las Españas y Rey de Castilla y León– la cesión de este animal heráldico a la ciudad de Zaragoza en el año 1134.
Pero el león, también refiere a otro hecho histórico vinculado a Zaragoza. Efectivamente, la presencia física de estos animales en un foso de la Aljafería, se encuentra expresamente documentada desde el siglo XIV, cuando, al cuidado de un leonero judío, eran fuente de curiosidad y divertimento para la población. Ya durante el siglo XIX, el escudo del león rampante, se hace merecedor de una serie de títulos que, en distinto grado explican la adición de elementos iconográficos. De esta manera, el episodio del 5 de marzo de 1838 en el que el pueblo de Zaragoza defendió espontáneamente a la ciudad del asalto liderado por el carlista Juan Cabañero, le valió el otorgamiento del título de “Siempre Heroica” y de la orla de laurel que podemos observar en torno al escudo de armas (A. San Vicente Pino, 1991: 19).
LMM