Número de inventario: 13512.
Cartón forrado con seda. 12 x 9,5 x 1,8 cm.
Antes que las pitilleras de este tipo, se usaron la bolsa de piel, la tabaquera y la petaca. En la primera y segunda se guardaba el tabaco picado y el fumador liaba los cigarrillos según los iba consumiendo. Cuando empezaron a venderse cigarrillos y puros ya liados, se tuvo la necesidad de guardarlos en algún sitio seguro para impedir que se rompieran. Así, surgieron primero las petacas y luego las pitilleras. Las primeras servían tanto para guardar cigarrillos, como el tabaco picado y se realizaban en diferentes materiales. Los más acomodados las llevaban de materiales nobles, como oro, plata, concha o nácar, mientras que los más humildes las usaban de piel, madera o tela.
La necesidad de la pitillera surge cuando se legaliza la venta de tabaco ya liado, por lo que su uso no es tan popular como el de la tabaquera o el de la petaca. El hombre del pueblo seguía liándose sus propios cigarrillos.
La pitillera 13512 está compuesta de dos elementos: uno el depósito, que se abre a modo de libro y donde su colocan los cigarrillos; y el otro la funda que mantiene cerrado el depósito e impide que se abra.
La decoración es bordada y representa por un lado un pájaro que le entrega a otro una tarjeta donde se lee: “MIL Y MIL FELICITACIONES”; por el otro se lee otro mensaje: “A MI INOLVIDABLE ANTONIO EN PRUEBA DE CONSTANTE CARIÑO”.
Los pájaros son animales aluden a las almas, a los espíritus (claros buenos y negros malos) o a Cristo resucitado. La tradición cristiana se ha servido del canto armonioso del pájaro, para representar la música celestial. También con frecuencia se emplean como alusión a temas amoroso, lo que es evidente en esta pieza, puede ser por la suavidad de sus plumas que es el atributo del tacto personificado, por la armonía de su canto y porque utilizan éste para atraer a su pareja (X.R. Mariño Ferro, 1996: 326).
VSC