Número de inventario: 15103. Hermandad de Campoo de Suso (Cantabria).
Madera. 16 x 147 x 14 cm.
El proceso de doma de ganado vacuno ha recurrido, de manera generalizada, al empleo de un yugo normal, de los utilizados para arar o trillar (J. L. Mingote Calderón, 2001). El sistema normal de doma consiste en uncir un animal ya domado junto a otro que no lo esté y, progresivamente, ir acostumbrándole a soportar el peso y el esfuerzo de tener que tirar de un apero agrícola. Tras una fase de soportar únicamente el yugo, se pasa a otra en la que se tira de un peso ligero para, posteriormente, acostumbrar al animal a tirar del arado o del trillo y, al final, del carro. La trilla puede ser una alternativa a la que se recurre si hace falta sustituir con rapidez la carencia de un animal ya domado. Tanto la edad de doma como el sistema de hacerlo han estado influenciados por la legislación local, bien sea gravando el hecho de pastar en las dehesas comunales a los animales a partir de una cierta edad o permitiendo el acarreo de leña comunal si era para acostumbrar al novillo a tirar de un peso, como ocurría al norte de Madrid.
El uso de un yugo especial de doma, de tres gamellas, se documenta históricamente desde época romana, siendo citado por Columela, y es mencionado por agraristas del XVI como Gabriel Alonso de Herrera o algo más tardíos como fray Miquel Agustín. Asimismo, fue usado como símbolo por Fernando el Católico en un primer momento, siendo retomado en otros momentos de su reinado. Geográficamente la documentación etnográfica ha constatado su uso en el sur de Italia (donde son de tipo yugular), en Francia (de tipo cornal) y en España. Por lo que respecta a esta última, se ha documentado en puntos de La Rioja, Castilla y León, Castilla La Mancha, Madrid, Extremadura o Andalucía, pudiendo haber existido en otras zonas de las que no hay estudios detallados. Se trata de un apero usado sólo con los animales rebeldes, a los que no se consigue domar por el método normal. Las tres gamellas sirven para meter al animal no domado junto a dos que sí lo están y que, por tanto, le obligan a ir junto a ellos aunque no quiera. Aunque no es algo general, en varios lugares su uso estaba asociado a cierto poder adquisitivo, ya que no era un apero que se utilizara constantemente; ello conducía a que se prestara a cambio de alguna contraprestación.
JLMC