Número de inventario: 44650. Muel (Teruel).
Arcilla. Alt. 5; diám. máx. 30,2 cm.
El alfar de Muel, al que corresponde el plato que analizamos, fue el más destacado de los centros zaragozanos dedicados a la producción cerámica (M.ª I. Álvaro Zamora, 1997: 233). Su tradición en este campo puede retrotraerse al siglo XIV y se extiende hasta comienzos del siglo XX, momento en el que algunos autores certifican su práctica extinción. Sin embargo, con posterioridad a dicho declive y en un intento por recuperar del olvido aquella antigua tradición, se procedió a la reproducción de muchas de las piezas que se hallaban conservadas en los museos y colecciones privadas. Por tanto, en este contexto no sorprende la aparición de un motivo decorativo tan característico como ha sido el del pez. En efecto, la presencia de este tema ya sea en solitario o bien acompañado de otros motivos zoomorfos, ha sido recurrente no sólo en Muel sino también en otros alfares como los valencianos o catalanes. Así, en Muel durante el siglo XVII son frecuentes los platos decorados con grandes peces a base de morado y azul claro (J. Ainaud de Lasarte, 1952: 176). Por su parte, la figura del pez también es frecuente en la loza verde-morada de Paterna (Valencia). A menudo aparece asociada a un ave, ya sea situada sobre su cabeza o pendiente de su pico. Otra pieza singular es aquélla en la que tres peces convergen en una sola cabeza central y que, al parecer, tendría antecedentes en otras representaciones del arte islámico (M. P. Soler Ferrer, 1997: 146).
Por último, si bien resulta bastante arriesgado proponer algún tipo de intención simbólica en el caso particular de la pieza que nos ocupa, quizás sea relevante destacar que el pez es desde antiguo símbolo del bautismo cristiano y del mismo Cristo desde que las letras de la palabra griega “pez”, son las iniciales también en griego de “Jesús Cristo Hijo Salvador” (X. R. Mariño Ferro, 1996: 369).
Pieza donada por Helen M. Knecht-Drenth y Tijmen Knecht.
LMM