Número de inventario: 45805. Puente del Arzobispo (Toledo)
Arcilla. Alt. 16; diám. máx. 11,5 cm.
La elaboración de piezas cerámicas destinadas al entretenimiento de los niños/as se encuentra ampliamente documentada en la historia de la producción alfarera peninsular. En este sentido, los ceramistas árabes elaboraron un tipo de vajilla que, para el esparcimiento y deleite de los más pequeños, reproducía en miniatura el ajuar doméstico de los adultos (P. Marinetto Sánchez, 1998). Lo mismo puede decirse respecto a la gran cantidad de figuritas y silbatos con representaciones figurativas antropomorfas y, especialmente, zoomorfas. Así, respecto a estas últimas en el ámbito cultural del antiguo al-Andalus, G. Rosselló Bordoy (1978: 28) destacaba “la presencia de pequeñas figuras animalísticas realizadas en barro cocido o piedra, propios de un arte popular íntimamente ligado al ocio de las gentes y sin un valor artístico”.
Ahora bien, piezas como las alcancías que nos ocupan, permiten constatar la perdurabilidad de esta relación entre la cerámica de juguete y los animales. Más popularmente conocida como “huchas”, este tipo de vasijas destinadas a guardar los ahorros de los más pequeños han sido producidas en gran cantidad y en diferentes tamaños por numerosos alfares españoles. Respecto a la representación del gallo que observamos en una de ellas, posiblemente su presencia obedezca a un mero criterio estético. Sin embargo, debe destacarse que este animal es en general portador de un marcado carácter simbólico. Así, universalmente asociado al anuncio de la salida del sol, el gallo por un lado simboliza la previsión, pero también en la masonería es símbolo de vigilancia. Por tanto, ambas acepciones se prestan a ser vinculadas al sentido tradicional de las huchas; esto es, el de estar destinadas a la custodia y protección de los ahorros.
Pieza donadas por Helen M. Knecht-Drenth y Tijmen Knecht.
LMM