A principios de mayo, la ciudad de Córdoba se llena de flores con motivo de la celebración de la Fiesta de los Patios. Durante doce días, se abren las puertas de los patios cordobeses al público para mostrar el resultado de todo un año de dedicación vecinal reflejado en la decoración y engalanamiento de estos espacios. Los orígenes de esta fiesta los encontramos a principios del siglo XX, cuando en 1921 el alcalde de Córdoba convocó un primer Concurso de Patios para incentivar a sus dueños a mantenerlos y cuidarlos, concurso que se consolidaría a partir de los años 40 y que, actualmente, sigue celebrándose durante la fiesta. Los patios concursantes se abren al público y muestran las distintas composiciones creativas que la organización vecinal o familiar ha desarrollado para ese año. Geranios, gitanillas y buganvillas como flores protagonistas se distribuyen en las distintas macetas, arriates, rejas o balcones, acompañadas de muebles y enseres propios de la casa tradicional cordobesa, creando un conjunto único que mezcla luz, agua y vegetación. Esta mezcla, que hace único a los patios cordobeses, es la herencia de la casa islámica, cuyo punto neurálgico eran estos patios y entornos privados. Durante la Fiesta de los Patios, estos espacios pasan del ámbito privado al público, convirtiéndose en lugares de esparcimiento, de celebración colectiva y de encuentro intercultural, una muestra de un denso tejido social que, en sincronía con las estaciones y la naturaleza, trabaja en conjunto por la pervivencia de sus tradiciones y de los barrios tradicionales de la ciudad de Córdoba.