España, Grecia, Italia, Marruecos, Chipre, Portugal y Croacia
“Dieta” proviene del griego “diata”, que quiere decir modo de vida. La Dieta Mediterránea se concibe, precisamente, como una forma de entender el entorno productivo, alimentario y social de la cuenca mediterránea como resultado de los intercambios y cruces de tradiciones de estos territorios a lo largo de los siglos. Desde el punto de vista productivo y alimentario, podríamos describirla como un conjunto de conocimientos, competencias prácticas, rituales, tradiciones y símbolos relacionados con los cultivos y cosechas agrícolas, la pesca y la cría de animales, y también con la forma de conservar, transformar, cocinar, compartir y consumir los alimentos. Así, se conforma un modelo nutricional que se basa en el aceite de oliva, los cereales, las frutas y verduras, una proporción moderada de carne, pescado y lácteos, y abundantes condimentos y especias; todo ello habitualmente acompañado de vino o infusiones. Por otro lado, la dieta mediterránea es mucho más que una alimentación saludable, es una cultura que propicia la interacción social, el respeto hacia la tierra y la biodiversidad y la conservación de actividades tradicionales y artesanales vinculadas a la agricultura y la pesca. Manifestación de ello es, por ejemplo, el acto de comer juntos, momento de intercambio social, afirmación de lazos, hospitalidad y creatividad, desempeñando así un papel esencial de factor de cohesión social en las comunidades mediterráneas. Serán estas comunidades, y en especial las mujeres, las encargadas de transmitir las competencias y conocimientos relacionados con la dieta mediterránea, salvaguardando las técnicas culinarias, respetando los ritmos estacionales, observando las fiestas del calendario y transmitiendo los valores de este elemento del patrimonio cultural a las nuevas generaciones.