Miguel de Cervantes vive uno de los períodos más dinámicos de la Historia de España. Los siglos XVI y XVII vienen marcados por la presencia de la Casa de Austria en el trono de España y por el control de un vasto territorio harto difícil de gobernar. En una Europa devastada por las guerras de religión y por la lucha por la hegemonía, la Monarquía Hispánica hacía frente a continuas amenazas externas y a serios problemas de cohesión de sus reinos (puestos de relieve, por ejemplo, en el caso de Antonio Pérez), amén de una situación económica inestable que se aceleraría con episodios como las declaraciones de bancarrota durante el reinado de Felipe II o la expulsión de los moriscos en 1609.
No menos apasionante resulta la historia de la literatura y del arte español del momento. Cervantes vive de pleno el llamado Siglo de Oro de la literatura española. Forma junto a Lope de Vega, Góngora y Quevedo una etapa de esplendor en las letras españolas, reconocida universalmente. La producción artística, en época del escritor, conforma la antesala a una etapa sin parangón en el arte español. Y es que Cervantes fue testigo de la construcción del Monasterio de El Escorial, contemporáneo de El Greco y de la formación de un primer naturalismo barroco reconocido internacionalmente en la actualidad.