Maestra, pedagoga, educadora, inventora y empresaria, Ángela Ruiz Robles es considerada la precursora del libro electrónico en base a los dos inventos patentados por ella: uno en el año 1949, bajo el nombre de “Procedimiento mecánico, eléctrico y a presión de aire para lectura de libros”; y otro en el año 1962, conocido comúnmente como la “Enciclopedia Mecánica”.
Nacida en la localidad leonesa de Villamanín el 28 de marzo del año 1895, se crió y creció en el seno de una familia acomodada. Su padre, Feliciano Ruiz, era farmaceútico, y su madre, Elena Robles, era ama de casa.
Realizó sus estudios superiores en la Escuela de Magisterio de León, denominada entonces Escuela Normal de Maestras. Allí obtuvo, con una nota de sobresaliente, los títulos de Taquigrafía, Mecanografía y Contabilidad Mercantil en el año 1915. Posteriormente, fue ella la que ejerció de docente impartiendo estas materias en dicha Escuela.
Por la documentación que se conserva de ella en el Archivo General de la Administración, podemos conocer su trayectoria profesional como maestra, pedagoga y educadora. El título de Maestra Nacional le fue expedido en diciembre de 1917. Hasta ese momento, entre 1915 y principios de 1918, estuvo trabajando como maestra interina en las localidades leonesas de Valcueva y Quintana del Marco. Fue precisamente en el año 1918 cuando ingresó en el Magisterio oficial por las oposiciones celebradas ese año, obteniendo su plaza como maestra en Santa Eugenia de Mandiá, una aldea próxima a Ferrol, donde estuvo ejerciendo hasta el año 1928. Allí conoció al que fue su marido, el marino mercante ferrolano Andrés Grandal, con quien tuvo tres hijas. Por desgracia, enviudó bastante joven.
A partir de 1934, es nombrada gerente de la Escuela Nacional de Niñas del Hospicio de El Ferrol. Es en este periodo, en el que está trabajando en esta escuela, cuando la Comisión Depuradora del Magisterio de La Coruña abrió un expediente disciplinario a Ruiz Robles a causa de sospechas surgidas por una suscripción de 50 céntimos mensuales realizaba a favor de un fondo de ayudas para las familias de los maestros que fueron presos por la llamada Revolución de Asturias. Este episodio de la historia de España de 1934 fue un levantamiento que se produjo a nivel nacional, promovido contra el gobierno republicano, y que causó más de 1.500 muertos. Fracasó y sus dirigentes fueron detenidos.
El expediente de Depuración puede consultarse en el Archivo General de la Administración. Por su lectura, puede verse como a este primer cargo se le añadieron otros, por los que la maestra tuvo que recabar y presentar documentación demostrando que lo que declaraban sobre ella era falso, que ella era correcta y ajustada a la ley y la moral de la época, tanto en el plano profesional como en el plano personal y privado. Se recogieron testimonios de vecinos, de padres de sus alumnos, de sus propios pupilos, el párroco de su localidad, etc.
Finalmente, el expediente fue archivado en el año 1941 sin que hubiera sanción para Ruiz Robles.
Continuando con su carrera profesional en el mundo de la educación, en 1945 empezó a trabajar como profesora de la Escuela Obrera gratuita. En 1959 accede al cargo de directora del colegio Ibáñez Martín, donde estuvo hasta su jubilación.
Además de su trabajo como maestra del cuerpo nacional, Ángela fue propietaria, directora y profesora de la Academia para adultos “Elmaca” (iniciales de los nombres de sus tres hijas) de Ferrol. Impartía clases particulares a oposiciones de Aduanas, Correos, Telégrafos y examen de ingreso a las Escuelas de Altos Estudios Mercantiles.
De forma paralela y complementaria a su labor como maestra, Ángela Ruiz Robles desarrolló también una prolija carrera como escritora. Sus libros son una muestra de su gran pasión, preocupación y sincero compromiso con la educación. La leonesa publicó 16 libros de texto entre los años 1938 y 1970, sobre diversas materias como ortografía, taquigrafía, mecanografía, gramática, historia y geografía.
La investigadora Raquel Pintado Heredia explicó en un artículo como en dos de esos trabajos, editados en 1938 y 1941, describía un sistema taquigráfico con el que escribir y traducir de manera más veloz gracias a una máquina con nuevos signos y caracteres enlazados de modo sencillo y sistemático, basados en las vocales martinianas, llamadas así en alusión al grabador valenciano Francisco Martí Mora (1761-1827), fundador de la taquigrafía.
Precisamente, en los fondos documentales del Archivo General de la Administración encontramos expedientes de censura de 9 obras escritas por Ruiz Robles, siendo uno el relativo a la obra titulada “Taquigrafía Martiniana abreviada moderna", editada por Imprenta Moret. En dicho expediente se conserva la ficha de control del expediente, en cuyo reverso se puede leer la resolución del mismo como “Autorizada su publicación”; y la solicitud de autorización de publicación de la obra, redactada y firmada por la propia Ángela.
La preocupación y el interés de Ángela Ruiz Robles por la enseñanza no sólo se refleja en su labor de maestra, o en su faceta de escritora y autora de manuales técnicos; de forma complementaria y paralela a estas labores citadas, la docente leonesa quiso llevar al terreno práctico sus ideas sobre cómo debía cambiar el aprendizaje del alumnado de la época. Sus creaciones se centraban en facilitar al alumnado la enseñanza de las distintas materias que se estudiaban en las aulas, haciendo que fueran más prácticas, interactivas, combinando el juego con la teoría. Era una persona muy adelantada a su tiempo porque, hasta entonces, nadie había planteado la mejora en el aprendizaje y la enseñanza del sistema educativo en estos términos.
Se debió a estas inquietudes que decidió presentar el expediente de solicitud de patentes de dos creaciones suyas. El primero de esto expedientes, presentado en diciembre del año 1949 y concedido en enero de 1950, se refería a un “Procedimiento mecánico, eléctrico y a presión de aire para lectura de libros”, un aparato o mecanismo centrado en favorecer y facilitar la comprensión de las asignaturas, que se activaría por medio de unos pulsadores que permitirían mostrar las lecciones o materias de forma visual, interactiva y amena. Por la descripción que se recoge en el expediente, destacaba la facilidad en el manejo, así como su poco peso y volumen. Otra característica de este invento era que contaría con tintas luminiscentes permitiendo su lectura en la oscuridad; y con un sistema de pulsadores equiparables a los actuales hipervínculos. Es la primera vez que se piensa en la adaptabilidad en lo relativo a los materiales de la enseñanza de cara a facilitar el aprendizaje al alumnado.
Además de la parte puramente pedagógica, nuestra inventora también pensó en la faceta más comercial de su creación: se podría fabricar en diversos formatos y tamaños, imitando formas de la naturaleza o bien artificiales, lo cual dependería del nivel de la enseñanza que se desease impartir, presentándose ante el alumno como un “juguete educativo”.
El segundo expediente de solicitud de patente fue presentado en el año 1962, y hacía referencia a “un aparato para lecturas y ejercicios diversos”, conocido comúnmente como la “Enciclopedia Mecánica”. Entre medias, es decir, entre la primera solicitud de patente y esta segunda, en el año 1952 Ángela había recibido su “tarjeta de inventor”.
La descripción que de esta Enciclopedia Mecánica, considerada como uno de los antecesores del actual libro electrónico, se presenta en el expediente supone una modificación y mejora en el diseño de primer invento: se suprimieron los sistemas de pulsaciones, mecánicos o eléctricos, y aunque su forma siguió siendo la de un libro clásico, ni se abría ni tenía páginas como aquel. En su lugar, presentaba los contenidos de las materias a impartir en forma de tiras de papel dispuestas en rollos intercambiables, que se iban ajustando e intercambiando.
Era una Enciclopedia porque en ella se reunirían todos los contenidos didácticos que se impartirían en el aula; pero a diferencia de la clásica, la de Ruiz Robles permitía una actualización de la información y de los datos más pegada al momento y a la realidad, ya que los rollos con la información podían cambiarse. Era una herramienta de enseñanza y aprendizaje mucho más versátil que cualquier otro libro o manual. Además, contaría con cristales de aumento, que podían ser graduados; con un aparato de reproducción de sonido, pudiendo así ser utilizado también por personas con limitaciones en la visión; e incorporaría elementos para el trabajo práctico, como superficies en las que poder escribir y dibujar, que admitían el borrado. Todo pensado para facilitar el aprendizaje del alumnado, que pudiesen trabajar las materias a nivel práctico a la vez que lo aprendían desde el punto de vista teórico, utilizando para ello un solo elemento: este libro mecánico, más cómo de llevar, accesible y adaptable a cualquier nivel de enseñanza, ameno, divertido e intuitivo.
A pesar de todos los esfuerzos, el invento de Ángela Ruiz Robles no llegó a ser una realidad, ni a comercializarse, ni a usarse en las escuelas, que era lo que pretendía la docente. Sí que existe un modelo que fue fabricado en el Parque de Artillería del Ferrol, en bronce, zinc y madera, y que en la actualidad puede verse en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (MUNCYT), sito en La Coruña.
No obstante, debemos mencionar que en el año 1971, el Instituto Técnico de Especialistas en Mecánica Aplicada, S.A. (ITEMA) estudió la posibilidad de fabricar 10.000 unidades a un coste de entre 50 y 75 pesetas por dispositivo, de manera que fuera asequible a todos los estudiantes. Pero como recoge la investigadora Rosa María Martín Latorre en su libro 'Angela Ruiz Robles y la invención del libro mecánico', publicado por el Ministerio de Economía y Competitividad en 2013 “Desafortunadamente, […] una barrera económica de más 100.000 pesetas para fabricar una serie resultó insalvable”.
A lo largo de su historia, el modelo que se conserva en el MUNCYT ha sufrido varios cambios, siendo el más llamativo su fijación a un pequeño maletín de chapa de acero por medio de una pletina, concepto que nada tiene que ver con la idea pretendida por la autora, que concebía su invento como un libro que debía guardarse o extraerse para su uso de un modelo de cabás especialmente diseñado para este fin, pero en ningún caso fijo en su interior. De hecho, según la descripción de la patente la enciclopedia debía disponer, en su parte posterior, de unas pestañas que permitieran articular un bastidor para su lectura en posición inclinada, que tampoco se incluyeron en este modelo.
Ángela Ruíz Robles falleció en El Ferrol el 27 de octubre de 1975, tras haber pasado los últimos años de su vida en Madrid, ya que la capital ofrecía mayores facilidades para que su invento pudiese desarrollarse. Nunca perdió la esperanza de conseguirlo, y buena prueba de ello es que hasta su muerte continuó pagando la cuota correspondiente a sus patentes de invención. La motivación que la empujaba a seguir luchando era más fuerte que cualquier revés que pudiera sufrir: ayudar a su alumnado a aprender, hacerle el aprendizaje más fácil, práctico y más accesible; ayudar a que la población del país pudiera acceder al material educativo, a los conocimientos, de forma sencilla, amena y económica. Pero, como hemos señalado antes, hubo siempre un problema que nunca pudo resolver: la falta de financiación.
Ángela Ruiz Robles recibió numerosos galardones, reconocimientos y nombramientos tanto en España como en el extranjero por su faceta de inventora, a pesar de que su invento nunca llegó a ver la luz. La lista impresiona:
A pesar de este curriculum, tras su muerte su vida y, sobre todo, el trabajo desarrollado, tanto su faceta como educadora y maestra, como su labor de inventora y empresaria, quedaron totalmente olvidados e ignorados durante décadas.
Ha sido a partir de las primeras décadas del siglo XXI cuando se han publicado los primeros estudios sobre su figura, y cuando se han celebrado los primero homenajes, exposiciones y eventos en torno a su trabajo e inventos. Uno de estos reconocimientos fue el que se produjo en el año 2012, cuando su biografía fue publicada en Wikipedia, explicando que su invento del año 1949 fue un precursor del libro electrónico. En la versión inglesa de la enciclopedia en línea puede leerse con estas palabras: “Her idea was to create a device which would decrease the number of books that her pupils carried to school”.
Un año después, en 2013, la comunidad científica informática, agrupada en la Sociedad Científica Informática de España (SCIE) y en el Congreso Nacional de Informática (CEDI) en su convocatoria de una nueva edición de los Premios Nacionales de Informática en su octava edición creó, entre otros, el se creó el Premio Ángela Ruiz Robles.
También en el año 2013 fue cuando los ministerios de Economía y Competitividad, y el de Educación, Cultura y Deporte editaron el libro "Ángela Ruiz Robles y la invención del libro mecánico", donde se recogen las patentes de sus inventos de 1949 y 1962 que Ángela Ruíz Robles presentó; así como un anexo con imágenes de los prototipos.
En 2016, año del 121º aniversario del nacimiento de Ángela Ruiz Robles, Google le dedicó un 'doodle', es decir, una conmemoración con una pequeña biografía y un dibujo. Dos años después, en 2018, la maestra e inventora leonesa fue incluida en la Tabla Periódica de las Científicas, que fue creada ese año para conmemorar el Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos al siguiente año, en 2019, cuando se celebró el 150.º aniversario o sesquicentenario de la publicación de Dmitri Ivánovich Mendeléyev, químico de origen ruso que ha pasado a la historia por la publicación en 1869 de la primera versión de tabla periódica, conocida también como la tabla periódica de los elementos.Mendeléyev.