El Camino de Santiago es uno de los principales activos culturales de España, que la UNESCO reconoció como Patrimonio Mundial en 1993. De las seis rutas culturales que gozan de esta alta protección a nivel internacional, el Camino de Santiago fue la primera en obtenerla. De igual manera, inauguró en 1987 la lista de itinerarios culturales europeos. Sin embargo, su andadura, tal y como lo conocemos actualmente, comenzó a construirse a principios de los años 60 del siglo XX.
La recuperación del Camino se convirtió en una pieza clave de la política cultural de la dictadura franquista en 1962, fecha en la que España presentaba de manera formal su candidatura para integrarse en la Comunidad Económica Europea con el respaldo de Francia y la República Federal Alemana. En septiembre de ese mismo año, el Camino de Santiago quedó protegido como Conjunto Histórico-Artístico.
En enero de 1963 se organizó una gran exposición, organizada por los ministerios de Vivienda e Información y Turismo, con fotografías de los paisajes del Camino y piezas maestras del arte románico, todo ello apoyado con pasajes del Codex Calixtinus. El propósito era invitar al moderno caminante, especialmente al francés, a un viaje emocional que le permitiera convertirse en un trasunto del peregrino medieval. La exposición fue inaugurada por Martínez Sánchez-Arjona, ministro de Vivienda, el secretario general del Movimiento, José Solís, y Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo.
Los esfuerzos realizados por la dictadura para reforzar la candidatura no tuvieron el éxito esperado. La naturaleza antidemocrática del régimen franquista impedía la integración. La incorporación de nuestro país en las instituciones europeas arrancó de manera decidida cuando la Comisión decidió abrir negociaciones con el Reino de España el 29 de noviembre de 1978, un mes antes de aprobarse nuestra actual Constitución.
El AGA conserva la documentación del Patronato Nacional de Turismo las fotografías de este montaje expositivo que inauguró la intervención del Estado en la ordenación de la primera ruta cultural, reconocida como tal por los organismos internacionales en 11 de enero de 1993.