En junio las naos aportan consecutivamente en Blakenberg y Esclusa y se internan en el canal de la Isla de Walcheren, pero aunque Medinaceli desembarcó con el dinero, la mayor parte de los barcos, de gran calado, se vieron sometidos conjuntamente al temporal y al ataque protestante desde Flesinga. Recalde consigue pasar a la fortaleza de Rammekens y luego a Middelburg o Medialburque, capital de Zelanda, donde con ayuda de la infantería, decide el desembarco de la mayor parte de la lana.
Los guses ponen entonces sitio a la ciudad, única que permanecerá leal al Rey en toda Zelanda, convirtiéndose en objetivo estratégico prioritario desde finales de 1573. Las lanas castellanas quedaron atrapadas en la guerra: algunas serán utilizadas como baluartes en el recinto urbano o para proteger los barcos durante la lucha en el mar, otras serán quemadas o fondeadas junto algunas de las naos que sufrieron ese destino, la mayoría caerán en manos de los rebeldes que las venderán en plazas inglesas o francesas como parte del proyecto angloprotestante de crear una industria de paños competidora con la flamenca. Para los más de sesenta y ocho cargadores norpeninsulares y más de treinta aseguradores burgaleses, la pérdida de estas mercancías, aseguradas en miles de ducados, suponía una verdadera debacle económica.
El intento de levantar el sitio fracasó, y finalmente “los rebeldes a Su Majestad tomaron por hambre la villa de Medialburque” el 18 de febrero de 1574. La pérdida de las lanas se consumó y este hecho dará lugar a un largo pleito entre los cargadores y los aseguradores de los fletes sobre el pago efectivo de los seguros habido entre 1574 y 1579 que se litigó en la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid y se conserva actualmente en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid conocido por los escribanos de cámara que lo escrituraron como “el pleito de las lanas de Medialburque”.Salto de línea