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Cuba

Desde que se convirtiera en el primer exportador de azúcar tras la crisis esclavista de Haití en 1791, Cuba se mantiene bajo el control de España y disfruta de una situación de privilegio.

Durante estos años, el capital que entra en las Antillas procede directamente de la producción de plata de Nueva España. El flujo de metal sirve para mantener la administración civil y militar de las Antillas, La Florida y La Luisiana. España, que no aporta capital alguno para su sostenimiento, recibe en especie gran cantidad de tabaco. Cuando Nueva España deja de enviar plata, España recurre al aumento de la presión fiscal y de la productividad de su sistema agrícola de monocultivo de azúcar, tabaco y café.

La población cubana está dividida en grupos étnica y económicamente diferenciados: una élite isleña de ascendencia española que acumula poder y fortuna; los españoles que ostentaban el poder civil y económico; y los esclavos de raza negra.

Desde prácticamente los días de la conquista, Cuba es un bastión español en pleno Caribe de donde partirán las expediciones y las órdenes que gobernarán el continente durante siglos. Los procesos revolucionarios que se dan en la América continental no afectarán de igual manera a las islas. Será durante el triunfo de la revolución liberal del teniente coronel Rafael del Riego cuando las ideas liberales empiecen a cuajar en el territorio.

Durante el Trienio Liberal Nueva ventana surge un grupo de criollos que reclaman la independencia. Su movimiento no tiene éxito, pero es el detonante de las posteriores conspiraciones liberales que se dan en la isla durante casi 30 años. Las reivindicaciones oscilan desde la propuesta de la independencia absoluta de España a un sistema autónomo dentro del reino o la anexión a Estados Unidos, y se mantienen hasta la independencia definitiva de 1898.

En 1837, bajo un gobierno liberal, las Cortes españolas negarán la representación de Cuba. Con esta decisión se acentuará el carácter de colonia y el malestar de los isleños.

La búsqueda de la máxima producción y la presión de los impuestos supondrán un control absoluto desde el punto de vista político y económico sobre la isla y excluirán a los cubanos de los puestos de decisión. Esta última circunstancia polarizará a los dos grupos de poder, criollos y españoles.

Mientras, los partidarios de la independencia aprovechan el impulso internacional del liberalismo para formar juntas revolucionarias locales que desembocan en la primera guerra de independencia cubana, conocida como Guerra de los Diez Años (1868-1878) Nueva ventana, donde toma parte el militar español Arsenio Martínez-Campos (1831-1900) Nueva ventana.

La modernización y el desarrollo de la industria azucarera en la región occidental alientan la transformación de la isla y avivan la esperanza en España de reflotar parte de su maltrecha economía a costa de impuestos. Se produce una cierta monopolización de la industria de empresas hispanocubanas y norteamericanas. España tiene el control financiero e impone aranceles obstaculizando el libre comercio a Estados Unidos.

Los esfuerzos por la independencia empiezan a tomar otro cariz con las actuaciones del político y escritor José Martí (1853-1895) Nueva ventana, quien desde su exilio en Estados Unidos funda el Partido Revolucionario Cubano en el año 1892. Este movimiento desemboca en el levantamiento de 1895 de la zona oriental de la isla. Sin embargo, la prematura muerte de José Martí deja el movimiento en manos de Máximo Gómez Báez (1836-1905) Nueva ventana y Antonio Maceo (1845-1896) Nueva ventana. Ante los pronunciamientos el gobierno de España vuelve a enviar al general Arsenio Martínez-Campos como capitán general de Cuba que tiene que ser sustituido sin éxito. Su sucesor, Valeriano Weyler (1838-1930) Nueva ventana, no puede con las tropas de Antonio Maceo que, aprovisionadas con el material de los Estados Unidos y el apoyo de la prensa, consiguen la aprobación de una resolución a favor de la independencia cubana.

La muerte del Presidente del gobierno español Antonio Cánovas del Castillo en 1897 y la renuncia de Valeriano Weyler como Capitán General de Cuba harán que el nuevo gobierno de Práxedes Mateo-Sagasta (1825-1903) Nueva ventana ceda a las presiones norteamericanas sobre la isla. El estallido del acorazado Maine en el puerto de La Habana precipita un enfrentamiento armado contra los Estados Unidos que acabará con la derrota española. El 10 de diciembre de 1898 se firma el Tratado de París Nueva ventana por el que España renunciará a Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que pasarán a depender de la administración militar estadounidense.

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