Un Plan Nacional de Paisaje Cultural debe atender prioritariamente, como ya se ha expuesto, a paisajes relevantes por su significación cultural, denominados Paisajes de Interés Cultural. Para ello se plantea una secuencia lógica de actuaciones, que parte de una fase previa de identificación con la elaboración de inventarios o registros. Este conocimiento básico facilita la labor de selección de paisajes concretos y permite plantear las acciones más apropiadas en cada caso.
En este sentido, tras una necesaria primera fase de identificación o registro, uno de los propósitos fundamentales es la realización de Estudios y Planes Directores, que sirvan como base para la orientación y/o planificación de actuaciones futuras de carácter cultural, turístico, medioambiental, rural, urbanístico, de infraestructuras o de cualquier otro tipo, con incidencia significativa en el carácter y los valores del paisaje.
De esa forma, tanto las administraciones como cualquier tipo de agente que deba abordar actuaciones con incidencia en el paisaje, podrán disponer de una herramienta que les proporcione la información y los criterios paisajísticos necesarios para el adecuado desarrollo de los proyectos.
En la medida en que el paisaje en general, y concretamente el de interés cultural, es una parte del territorio percibida socialmente y valorada sobre todo por sus cualidades culturales, expresión y resultado de la interacción de las personas y el medio natural a lo largo del tiempo, la participación ciudadana debe constituir un aspecto fundamental, junto al juicio experto, en el proceso de conocimiento y valoración del paisaje, y en establecimiento de propuestas.
Dependiendo de las características propias de cada paisaje de interés cultural y de su contexto social, se adoptará el método de consulta pública y participación que se estime más adecuado y realista, desde las encuestas, a las entrevistas en profundidad y talleres, los paneles de conocedores e implicados o cualquier otro sistema que, en lo sucesivo, pueda revelarse eficaz al respecto.
En todo caso, será conveniente que en estos procesos de participación queden recogidas la experiencia y aspiraciones de los principales agentes implicados en la configuración y gestión del paisaje, en ocasiones con intereses y objetivos divergentes, y la diversidad de miradas y percepciones de la población, de los locales como creadores y portadores de paisaje, de los usuarios y de los demandantes de paisaje.