Llegó la hora de comer y sentámonos. Yo descogí una servilleta sobre la mesa y mi silla, tan fina y tan hermosamente labrada de las señales de las dobleces que me pasó por la imaginación limpiarme en las faldas de mi ropilla por no violalla. Juan de Zabaleta , El día de fiesta por la tarde.(ca. 1600-1667).
En la época de Cervantes no se reservaba una habitación para comer más que en las grandes casas, donde además de las mesas se montaban suntuosos aparadores escalonados para exhibir la vajilla de plata, orgullo de los adinerados.
La mesa se podía preparar donde conviniera. No siempre comían las familias reunidas y era corriente usar el mismo aposento donde se dormía.
Ni la literatura ni la pintura de la época representan "comedores" tal como hoy los entendemos, pero sí "comidas" y gracias a la pintura de bodegones conocemos "mesas" de todos los estratos sociales.
Salvo en los figones, las mesas preparadas se cubren con manteles, blancos, y bien planchados, marcando bien los dobleces, cuanto más rica es la mesa. En ellas vemos los platos trincheros con los alimentos, los platillos de loza y de metal, escudillas, copas, cubiertos de metal, saleros y azucareros, vasos y fruteros de vidrio, panecillos cuidadosamente colocados sobre las servilletas, cestillos con frutas, cajitas de dulce, tarros de compota, frutos secos.
Aunque lo más probable es que esta habitación se usara como dormitorio de las mujeres, en la actual instalación se ha mantenido el "comedor" que decoraron los primeros creadores del museo, atentos a dignificar la figura del escritor más que a los pormenores vulgares de la vida cotidiana, y basándose seguramente en los objetos que aparecen en la carta de dote de la mujer de Cervantes, Catalina de Salazar y Palacios (mesas, manteles "alemaniscos" y "de gusanillo" -tejido corriente en la época, que hace dibujo en mate-brillo en forma de cuadritos, zig zags, etc-, y unas servilletas), y en la de la hija de Cervantes (algunos objetos de mesa de plata: cucharas, un jarro, un salero…). También se menciona una alacena, además de diversas mesas y sillas. Amueblan esta sala una alacena de calidad, así como la mesa de comer y algunas sillas y sillones. Las cerámicas son reproducciones de originales de la época de Cervantes.
La habitación, sin luz directa, fue dotada en el pasado de un hueco de comunicación con la cocina, pensando sin duda en los equívocos "huecos" que en algunos bodegones juveniles de Velázquez, en concreto Cristo en casa de Marta y María o La cena de Emaús, dejan ver desde la cocina la habitación contigua donde alguna escena religiosa proporciona una coartada digna a la pintura de los personajes humildes.
La escalera interior conduce a una puerta que da al descansillo de la escalera general; el piso tiene, por tanto, dos puertas y hace pensar que pudo estar dividido en dos.Salto de línea