Le Boudoir

«El lugar donde las señoras se asientan sobre cogines y reciben las visitas. Sebastián de Covarrubias», Tesoro de la lengua castellana o española, 1611.

Se llamaba estrado a una habitación de recibir o de estar ocupada por una tarima alfombrada donde normalmente se sentaban las mujeres a la morisca sobre almohadones o cojines, según costumbre española de origen islámico. Este hábito causaba sorpresa a los visitantes extranjeros, pero en nuestro país pervivió prácticamente hasta la llegada de los Borbones.

Existen abundantes testimonios de su uso en la literatura y pintura españolas, así como en inventarios que documentan el mobiliario de las casas. Solía ser la habitación más rica y la dedicada a las visitas. La tarima preservaba del frío de los suelos y a su alrededor se colgaba un arrimadero de tela, estera o tapiz para preservar la pared y evitar la humedad.

Era normal mezclar usos distintos en una misma habitación como comer, lavarse y dormir. Cervantes menciona en sus obras el estrado como lugar particularmente confortable, en relación con la siesta o como lugar de citas amorosas. A veces, los dormitorios de las señoras tenían también su estrado donde recibían a sus amigas más íntimas.

El cofre o baúl del siglo XVII, cubierto con terciopelo rojo claveteado y con su herraje intacto, es un ejemplar rarísimo por no ser «de camino», como prueban los cajones que posee.

En el estrado, las mujeres leían o cosían, por eso no faltan ni la rueca ni el uso ni la devanadera. También, podían conversar con sus visitantes, que, si eran varones, se sentaban en sillas fuera del espacio de la tarima.

También, destaca el escritorio, de ébano e incrustaciones de hueso en sus cajones adornados con representaciones de san Pedro, la Virgen y san Pablo, a la que se arrima un sillón tapizado en cuero. El Niño Jesús era un tipo de objeto de devoción muy extendido entre el mundo femenino de la época.

Esta estancia no habría formado parte de la casa de Miguel de Cervantes, sino de la de su vecina Luisa de Montoya. Así, se ha recreado esta singular habitación en honor a las hermanas del novelista, Andrea y Magdalena.

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