Los tejidos son particularmente frágiles, por lo que los museos de indumentaria viven en una continua paradoja: si una de sus metas básicas es la exhibición de sus prendas para el disfrute de los visitantes, otra meta esencial es la conservación a largo plazo de las colecciones. Para ello es necesario llevar a cabo un estricto control ambiental, mantener bajos niveles de iluminación y realizar soportes adecuados que no provoquen deformaciones. Además, los períodos de exposición deben ser cortos, permitiendo que las piezas descansen en los almacenes. El conocimiento de estas exigencias ayudará a comprender algunas peculiaridades de la exposición, que derivan del difícil equilibrio entre la contemplación y la preservación, entre ver y conservar.