Desde la más remota antigüedad los seres humanos aparecen vestidos, por lo que podemos decir que el traje constituye un rasgo particular de nuestra especie. El hombre se ha adaptado a los diferentes climas cubriéndose con ropas, y se ha diferenciado de los demás seres humanos por las formas y cualidades de esos mismos trajes. Incluso dentro de una misma cultura, hombres, mujeres, reyes, ricos y pobres se han singularizado siempre con atuendos particulares, característicos de su condición. La fragilidad de las pieles y telas no ha permitido que se conserven los trajes de la antigüedad, salvo en escasos fragmentos o piezas excepcionales, de gran valor en nuestros días. Solo los textos y las manifestaciones artísticas nos permiten conocer con algún detalle aquellos atuendos.