Los cambios sociales y económicos que se habían ido gestando en el último tercio del siglo XVIII tuvieron su culminación con la Revolución Francesa (1789) que repercute inmediatamente en toda Europa. El cambio en la indumentaria fue rápido y radical.
Llegó a la moda el Neoclasicismo. Las mujeres aspiraban a vestir como las estatuas clásicas, con el talle bajo el pecho y telas claras y ligeras. Los hombres siguieron la influencia inglesa con sobrios trajes de paño.
El majismo fue un fenómeno de reacción a las influencias extranjeras que sufrió España en el siglo XVIII y que exagera las pecualiaridades nacionales. La moda, reflejada muy bien por Goya, se inicia a finales de siglo cuando las clases altas empiezan a copiar la manera de vestir de las gentes del pueblo, especialmente las que usaban los majos y majas en Madrid. Este gusto se mantiene durante gran parte del siglo XIX.