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Relicario

1625-1650

Las reliquias son fragmentos del cuerpo de una persona muerta considerada santa o de objetos que estuvieron en contacto con ella, por lo que se les atribuye propiedades milagrosas.

El culto a las reliquias, sostenido por la Iglesia católica, tiene su origen en la veneración de los restos de los mártires de los primeros tiempos del Cristianismo; tuvo una gran difusión a partir de la Edad Media, en relación con el despliegue de las Cruzadas y las peregrinaciones a Tierra Santa. Pero, más allá de la piedad religiosa, a su auge contribuyeron en gran medida motivaciones políticas y económicas, hasta el punto de que la Iglesia se vio obligada a legislar su culto en el Concilio de Trento (1545-1563).

La posesión de reliquias confería prestigio a las iglesias y santuarios, de tal manera que se estableció una estrecha relación entre el culto a las reliquias y el desarrollo de las peregrinaciones.

Los relicarios o contenedores de reliquias pueden tener diversas formas y estar hechos con distintos materiales y técnicas, como vemos en la colección. En la misma se incluyen también estuches en forma de cajita o medallón que no contienen reliquias propiamente dichas, si no que custodian una imagen o figura de un santo y que llevaban generalmente las mujeres colgando de una cadena o broche junto con otras joyas cuando se engalanaban. Este tipo constituye la mayor parte de la colección del Museo, que se enmarca sobre todo entre los siglos XVII y XVIII, aunque se conserva algún ejemplar más antiguo. El relicario como manifestación de devoción personal está hoy prácticamente desaparecido, si bien el culto a las reliquias pervive ligado a santuarios o lugares consagrados.

Inventario: MT009551

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