Laroche Editt. París
La costumbre piadosa de llevar un objeto en contacto con el cuerpo al que se le adjudican propiedades protectoras o benefactoras es universal. El escapulario, tras su imposición según un ritual determinado, le confiere al creyente una serie de gracias; aunque la Iglesia católica ha destacado que su finalidad es ayudar al devoto en su camino de fe -sin eximirle por ello de seguir las directrices marcadas por la Iglesia- , su consideración como amuleto protector frente a enfermedades y situaciones peligrosas ha estado fuertemente arraigada entre algunos creyentes.
Su uso está vinculado tanto a órdenes religiosas como a asociaciones de seglares que se unen bajo una advocación divina (hermandades, cofradías, etc.); el color del escapulario se corresponde con el del hábito de la orden o asociación y distingue a unas de otras.
El culto a la Virgen María, madre de Dios, y por tanto considerada la mejor mediadora entre Dios y el creyente, ha estado muy enraizado en España bajo una gran cantidad de advocaciones. Entre los objetos asociados a su devoción destacan las medallas, rosarios, gozos... y escapularios, muy económicos además por el bajo precio del material con el que están hechos, la lana. Muy populares han sido los de la Virgen del Carmen. Su difusión está en relación con la labor de la orden carmelita, que llega a España a finales del siglo XIII; el uso del escapulario ya está establecido en el siglo XVII y alcanza un gran auge en la primera mitad del siglo XX; desde entonces ha decaído hasta llegar casi a desaparecer.
Inventario: MT043461