La primera área temática del Museo (salas I, II y III) trata el tema de los espectáculos públicos. Dicho aspecto de la ciudad romana resulta especialmente relevante en el contexto emeritense como consecuencia del elevado grado de conservación en el que se encuentran sus tres edificios de espectáculos: Teatro, Anfiteatro y Circo. De ellos proceden la mayoría de los objetos expuestos en estas tres primeras salas.
A la izquierda de la nave central se muestran una serie de estatuas procedentes del frente escénico del teatro y en cuya disposición se busca evocar la que pudieron tener en el conjunto del edificio original. Destaca en el espacio central (el correspondiente a la Sala II) la estatua de Ceres, y en los situados a sus lados esculturas de otras divinidades y emperadores.
A la derecha de la nave central, en la Sala I, se dispone una maqueta de la ciudad en época romana en la que el visitante podrá observar tanto su aspecto global como la reconstrucción ideal de algunos de los principales monumentos del periodo. Igualmente, al fondo dicha sala caben señalar unas pinturas al fresco procedentes del Anfiteatro con escenas en las que se ilustran algunos de los juegos celebrados en el tipo de edificio al que pertenecieron.
En la Sala II, también en el testero, se exponen tres retratos imperiales hallados en el aula situada en el pórtico ubicado tras la escena del Teatro. El más destacado es el de Augusto, el fundador de la ciudad, que se representa cubierto con un velo, como signo de su dignidad de Sumo Pontífice, siguiendo un conocido modelo de la propia ciudad de Roma.
Tras admirar a la derecha de la Sala III algunos restos de la escultura decorativa del teatro, damos paso a las salas IV y V, dedicadas a las religiones.
La Sala IV ilustra la cuestión de las religiones orientales, aquellas que más arraigo tuvieron entre la población y entre las que destacó el mitraismo. En ella destaca la presencia de varias estatuas pertenecientes al más nutrido de los complejos del culto a Mitra existentes en España, en especial la de Cronos mitraico, bajo la figura de un joven imberbe cuyo cuerpo se halla rodeado por una serpiente.
La Sala V se dedica a los cultos oficiales. Y en relación con ellos, a la izquierda de la nave se muestran tres esculturas: Esculapio, Mercurio y Venus. Al espacio situado a la derecha de la nave se accede a través de un dintel procedente del Hornito de Santa Eulalia y que perteneció a un templo consagrado a Marte. Ya en la sala propiamente dicha, al fondo, ha de repararse en la efigie identificada como el Genio de la Colonia, así como a la derecha en un nuevo dintel, en este caso con la representación de los dos ríos de la ciudad: el Guadiana y el Albarregas.
A través de la Sala VI se ilustra el mundo funerario romano por medio de las diversas tipologías de sepulturas y monumentos sepulcrales hallados en Mérida. Estos solían ir acompañados de textos en los que se hacía alusión al difunto. Era una costumbre característica de la antigua Augusta Emerita el representar sobre tales aras un retrato en relieve de los difuntos. Cuando a partir del siglo III se extiende el ritual de inhumación, entran en escena sarcófagos como los dispuestos al centro de la sala.
La Sala VII tiene por tema la casa romana y por ello, a la derecha de la nave central, se ha buscado recrear una estancia decorada con suelos de mosaico y pinturas murales y con uno de sus vanos cerrado por un interesante ejemplar de rejería romana. A continuación de la estancia se expone un segundo mosaico, con escenas muy diversas.
Cierran la Planta Baja las salas VIII, IX y X, dedicadas conjuntamente a los foros de Augusta Emerita, y más particularmente al que podría denominarse Forum adiectum o “plaza adjunta” del foro colonial. Destaca al fondo de la nave central la presentación de cuatro figuras togadas bajo clípeos en los que, separados por una suerte de cariátides, alternan representaciones en relieve con el rostro de Júpiter Amón y Medusa. A la derecha de la nave, en la Sala VIII, se conservan varios restos arquitectónicos de un edificio del foro que, parece ser, se integró en un altar dedicado al culto imperial. Por su parte, en la Sala IX destaca una vitrina con numerosos objetos de bronce.