El coleccionismo de piezas antiguas en Mérida viene de muy lejos, y tras algunas noticias aisladas durante la Edad Media, sabemos del acopio de esculturas e inscripciones desde el Siglo XVI. Frente a la mayor parte de los empeños, ajenos a Mérida y que hicieron salir valiosos ejemplares de su patrimonio con destino a otros puntos de España o incluso del extranjero, colecciones como la del Duque de la Roca permanecieron en el lugar. En el Siglo XVIII se realiza en el Convento de Jesús (actual Parador de Turismo) una nueva selección de valiosos objetos romanos y visigodos. Y a comienzos del XIX se comienza a perfilar la idea de la creación de un Museo en la ciudad. Este proyecto, sin embargo, no fraguará hasta 1838, a consecuencia de la Desamortización de Mendizábal, cuando nace por Real Orden el Museo Arqueológico de Mérida, el cual pasó a ocupar parte del antiguo Convento de Santa Clara.
El inicio de las grandes excavaciones en el Teatro y Anfiteatro romanos de la ciudad, en 1911, coincide con el nombramiento de uno de los arqueólogos responsables, Maximiliano Macías, como primer conservador del Museo, elaborando un documento donde se da número y se describen los objetos presentes en él hasta ese momento. Tras la Guerra Civil, un nuevo conservador, José Álvarez Sáenz de Buruaga, se hace cargo de la Institución, realizando una gran labor de ordenación y puesta al día en la misma, así como iniciando también el gran empeño de dotarla de la categoría y la sede que merecía. Todo este esfuerzo comenzará a ver sus frutos ya en 1975.Salto de línea