«Morimos diariamente»

El cabeza-busto del llamado falso Séneca, ¿M. Amodio?

Cabeza-busto del llamado falso Séneca. ¿M. Amodio?, 1884.

Una honda corriente de neoestoicismo, con su desapego del mundo, tiñó la cultura del Barroco europeo, pero más intensamente el español. Se ha llegado a decir, incluso, que el senequismo constituye un fondo que da unidad a la tradición hispánica, agudizado sobre todo «cuando vienen mal dadas», en las horas críticas, como empezó a suceder a finales del siglo XVI y comienzos del XVII.Salto de línea Este supuesto «retrato» helenístico de Séneca —imagen tutelar frecuente en tantos gabinetes y bibliotecas de escritores y artistas de esos tiempos áureos— podría traducir el pensamiento del fundador del pensamiento estoico: la mirada brillante, de través, y la sonrisa borrada por un pliegue de amargura, como enunciando su «nihil ad me attinet», ‘nada me toca’, una expresión filosófica más del desamparo melancólico. Es un pensar encerrado en la muerte que no tiene nada de edificante ni necesariamente se precipita en brazos de Dios. Se queda en la única verdad de la existencia, la muerte: morimos a diario, quotidie morimur.

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