Melancolías femeninas

Santa María Egipcíaca, Luis Salvador Carmona

Santa María Egipcíaca. Luis Salvador Carmona, segundo tercio del s. XVIII.

La ejemplaridad de las eremitas salvajes paleocristianas gozó en la España de la Contrarreforma de un culto tan extendido como ambivalente. Particularmente María Magdalena fue convertida en modelo femenino del arrepentimiento y la pureza, sin que dejase de planear sobre ella la sombra del pecado y la culpa. La reiterada imagen de su desnudez y su larga cabellera roja conservan un punto de ambivalencia moral, entre el impudor sensual y el abandono físico. Ribera la presenta en plena ensoñación: mirada anhelante y un punto desesperada, quietismo, ambiente de celda oscura y la compañía casi enamorada de la muerte. Una frontera muy delgada separaba esta religiosidad, cercana a la emoción amorosa, a la unión mística con Dios, del veneno melancólico, gran motivo de preocupación y un problema real en los conventos, donde señorea el miedo a la tentación demoníaca, en un periodo en el que las mujeres reciben una vigilancia especial por parte de la Iglesia y los confesores, y donde las demasiado melancólicas son objeto de rigor disciplinario. La actitud de esta María Egipcíaca, realizada ya en tiempos de un barroco tardío, ofrece un contrapunto de reflexión, menos dolorido, más existencial. Y es que subyace en estos santos la facies moderna de la melancolía, en lo que tiene de repliegue íntimo, de aprendizaje de un control interior.

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