En la hermenéutica renacentista, crear, soñar o profetizar son actividades mentales de fronteras diluidas. Y la clarividencia innata de los me-lancólicos los inclina a las profecías y los augurios (son polioneroi, ‘fértiles en sueños’). En 1606, uno de los médicos de Felipe II, Alonso de Freylas, publicó Si los melancólicos pueden saber lo que está por venir o adivinar el suceso bueno o malo de lo futuro, con la fuerza de su ingenio o soñando. Se refiere a un tipo particular descrito ya por Aristóteles: los hombres dotados para la locura profética, al tener una buena imaginativa, creen que sus imaginaciones son verdaderas y prevén cosas futuras como si estuviesen presentes. No debe olvidarse que, en esta España contrarreformista, abundaban los visionarios, místicos e iluminados: hombres, y también mujeres, «sibilas» de su siglo, como María de Cazalla o Lucrecia de León, quien tanto ascendiente tuvo en la corte y que llegó a augurar la derrota de la Armada Invencible.