Botones dobles de perfil circular, unidos por pasador cerrado, sin decoración, realizados a molde en oro. A finales del siglo XVIII y primera mitad del XIX son frecuentes los botones dobles (gemelos), de pequeño tamaño, alternativa a los botones únicos con pasador cerrado y elemento de barra perpendicular. Al igual que éstos, llevan pasador, cerrado o abierto, que sirve de unión entre las piezas. Según la forma, podían tener distintas funciones, y los de dos botones iguales podían abrochar capas, chalecos, cuellos de camisa, mangas de guerreras y, como sucede en la actualidad, puños de camisa. Los botones suelen ser planos o levemente convexos, en contraposición a las botonaduras antiguas- de diámetro variable y perfil más elevado- realizados en diferentes metales, oro y plata, y suelen ser redondos o cuadrados con las esquinas matadas.
Por lo común, presentan el frente decorado con motivos geométricos formando flores o esquemas solares. Abundan las iniciales, pequeños motivos a modo de orlas, e incluso las imitaciones de monedas; algunos llevan marcas, de Córdoba las más frecuentes y de plateros, la mayoría no localizados; en otros ejemplares aparecen letras y diferentes marcas e imágenes, algunas fundidas en el cuerpo, al dorso. A medida que avanza al siglo XIX los modelos se multiplican, y muchos de ellos son de producción fabril o semifabril. Los botones lisos que aquí estudiamos sugieren una datación algo más avanzada que los otros dos pares, en torno a 1800. Entre los tesorillos ocultados a raíz de la Guerra de la Independencia se han hallado botones de la indumentaria masculina, de diversos tipos y modelos, que pueden servir de referencia, como es el caso de los tesoros de Cabezón y Peñafiel. Asimismo, se conserva el empleo de estos botones, con carácter arcaizante, en los medios rurales.
Leticia Arbeteta Mira