Los huevos de avestruz comienzan a aparecer en las tumbas, formando parte de los ajuares funerarios a partir del siglo VI a. C., unidos al nuevo rito de inhumación que se documenta en el mundo semita desde ese momento.
Su aparición, con un claro simbolismo religioso, debe relacionarse con una idea de resurrección o de principio vital al que se asocia. Suelen estar abiertos por la parte superior y decorados, aunque no siempre; en este caso en rojo representando unas hojas vacías y líneas que enmarcan rosetas de ocho pétalos.Salto de línea