El nuevo rumbo que tomó el museo al final de la etapa anterior desembocó de forma natural en la creación del Museo Nacional de Antropología –con lo cual recuperaba su antiguo nombre- a partir de la fusión del Museo Nacional de Etnología y el Museo del Pueblo Español, en virtud del Real Decreto 684/1993, de 7 de mayo. El objetivo de esta ambiciosa operación era, según explicaba Andrés Carretero en el primer número de la que durante unos años sería la revista común, nuestros Anales, “superar la separación entre lo propio y lo ajeno, la dicotomía del nos/otros, (…) para difundir los valores del pluralismo y la comprensión intercultural”.
Desgraciadamente esta unión nunca llego a consumarse más allá de los “papeles” y ambas instituciones siguieron funcionando de manera independiente hasta que se volvieron a separar administrativamente en 2004. Dos Reales Decretos consecutivos (119/2004 y 120/2004, de 23 de enero) venían respectivamente a dejar a nuestro museo como el único que a partir de ese momento iba a detentar el nombre de Museo Nacional de Antropología, y a crear el Museo del Traje Centro de Investigaciones del Patrimonio Etnológico , asignándole las colecciones del antiguo Museo del Pueblo Español.
Abortado el proyecto de fusión entre los dos museos, el que ahora quedaba como único Museo Nacional de Antropología se centró en acometer ya sin más dilación la misión encomendada: la difusión de los valores de la diversidad cultural. Para lo que abordó entre 2004 y 2008 las diferentes fases de una nueva renovación de su exposición permanente que es la que aún hoy, con ligeros ajustes, podéis encontrar en sus salas todos los que os acerquéis al museo.
Pero quizás la renovación más importante que ha tenido lugar desde entonces es una mucho más intangible y la que realmente le está permitiendo al museo convertirse en un espacio mucho más abierto y socialmente relevante en el que la diversidad no se aprende sino que se vive, se experimenta. Nos referimos a la conversión de esa exposición permanente y por extensión del viejo edificio del MNA en el marco de un intenso y dinámico programa de visitas escolares interactivas, conciertos, talleres y actividades para diferentes públicos y exposiciones temporales comprometidas con los valores que defiende, en la línea de otros museos que han apostado por abandonar la solemnidad y una relación dogmática con su público y aspiran a construirse a partir de la participación de tod@s, a vivir en constante transformación, como el mundo multicultural al que se asoma…