La colección de Europa amplía el abanico conceptual respecto al resto de las colecciones ya que incluye muchos elementos de producción industrial. En ese sentido, rompe con la antigua idea de que la antropología se centra en el estudio de los pueblos “primitivos” y, desde esta perspectiva, su existencia es positiva a pesar de no tener presencia en la Exposición permanente.
Ya desde finales del siglo XIX se documentan una serie de reproducciones -actualmente en el Museo Arqueológico Nacional- de pintaderas canarias, que se ven acompañadas de otras pocas piezas españolas en los años 20 del siglo pasado. A finales de los 60, ingresa un conjunto de objetos recogidos mediante trabajo de campo, si bien este mecanismo no tendrá continuidad. Sin embargo, será en 1990 cuando la colección se incremente de forma considerable mediante el ingreso de dos colecciones de procedencia alemana, las de Gisela Seipoldy (tras la muerte de su marido, Karl-Sieghard Seipoldy) y Wulf Köpke.
El contenido de la colección, en función del camino de incorporación de las piezas afecta también a su caracterización. Se puede decir que la inmensa mayoría pertenecen a una Europa industrializada, si bien algunos elementos proceden de comunidades que no se movían en ese sistema y recogen una cultura previa a la unificación de la producción industrial. Es lo que ocurre con piezas de Finlandia, pertenecientes a la cultura sami, o del Pirineo de Huesca.
En cuanto al origen geográfico, también se constata una clara desproporción, destacando tres países: Alemania, Finlandia y España, con una clara divergencia entre ellos. Por debajo de ellos, él número de objetos de otros países es muy reducido y, en justicia, no se puede decir que representen la diversidad de culturas existente en el continente. Para el caso español, el tema se complica por la existencia de una colección española (y europea) en el actual Museo de Traje. Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico con el que, en un momento, el MNA formaba una sola institución bajo nuestro actual nombre. Tras la separación administrativa, la colección antropológica siguió en el Museo del traje y los intentos de crear un nuevo museo con ella tampoco fructificaron.
Que la colección europea muestre una fase del capitalismo, aunque sea antigua, implica una diferencia radical respecto a la realidad de otros continentes presentes en las colecciones del MNA. Frente a productos de la Alemania de los años 20-40 del siglo pasado, no se hace visible lo que en esos momentos estaban generando países como Japón o Estados Unidos, con un nivel socioeconómico similar o mayor.