noticia cubierta

• Edificio - Verano de 2016

...aunque no lo parezca, ya que el nuevo "tejado" es idéntico al original, respetando los materiales y la morfología de la gran cubierta abovedada que colocara el Marqués de Cubas en 1875 sobre el gran salón principal del museo y que ha llegado hasta nuestros días. Sin embargo, todas las planchas de plomo son nuevas, así como todo el sistema de grapas y rieles de sujeción, que se ha reforzado. La actuación ha estado precisamente motivada por los deslizamientos de varias de las planchas registrados a lo largo de los últimos inviernos. Sin constituir un verdadero peligro para las personas, en cambio sí exponían a la cubierta principal del museo a un preocupante deterioro funcional y estético.

De sobra es sabido que la degradación arquitectónica de una construcción empieza siempre por su parte superior. Estábamos por tanto ante una patología que corría prisa atajar, sobre todo teniendo en cuenta que en este caso estamos hablando del contenedor que protege en su seno a una centenaria y valiosa colección del Patrimonio Histórico de nuestro país. Por eso, pese a que la situación presupuestaria no era la más favorable, la Subdirección General de Museos Estatales, que es el órgano del que depende el MNA, y la Gerencia de Infraestructuras del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que es quien se ha encargado de dirigir y financiar la obra, estuvieron de acuerdo en darle prioridad a esta actuación.

Además, aprovechando que el Pisuerga..., la obra ha servido también para mejorar la eficiencia energética del edificio. Escondido bajo el plomo, se ha instalado un nuevo revestimiento aislante con varias capas cuya finalidad es conservar mejor la temperatura interior y ahorrar energía y costes al museo, en otras palabras, haciéndolo más ecológico y sostenible. Con el fin de ofrecer una protección integral contra los efectos de la intemperie al conjunto constructivo, queda pendiente una segunda fase que permitirá extender este manto de protección a las otras cubiertas menores del edificio.

Por lo demás, la obra ha estado muy bien planificada por el arquitecto Pedro Ponce de León y su equipo y ejecutada con gran profesionalidad y calidad técnica por la empresa Amado Ramos, con una enorme experiencia en la restauración de cubiertas históricas de plomo y zinc: se ha realizado en un tiempo récord -apenas seis meses-, no ha alterado en ningún momento la vida en el MNA y no ha supuesto ninguna molestia ni para los trabajadores del museo ni para, lo que es más importante, para su público.

En estos días de principios de agosto, contemplamos a través de las ventanas del museo cómo van bajando los últimos tramos del andamio. Igual hasta lo echamos de menos. Forrado con una fantástica malla de color lila, durante unos meses ha envuelto el edificio como si fuera un paquete sorpresa a punto de ser abierto. Como en realidad nos gusta que quienes se acercan a él lo vean y perciban: como una caja llena de sorpresas que uno no puede contener las ganas de descubrir...