El Perú es un vasto y generoso país que se ha visto bendecido por diversas realidades geográficas en su territorio. Una de ellas, la Selva Peruana, se encuentra definida por el inmenso río que la atraviesa, el Amazonas, descubierto por el Capitán español Francisco de Orellana hace ya 470 años.
Por siglos, desde la búsqueda del Dorado y del País de la Canela, la Amazonía Peruana ha sido parte del imaginario de muchos hombres que emprendieron empresas científicas, evangelizadoras y económicas. En ese contexto, el caucho - el oro blanco, marcó una etapa histórica de singular importancia que se configuró desde mediados del siglo XIX hasta las tres primeras décadas del siglo XX. La explotación de este recurso definió mucho de la actual configuración socioeconómica de esta vasta región peruana, y también trajo consigo la explotación de las poblaciones indígenas de la zona, como los bora, huitoto y ocaina.
Esta época ha sido fuente de inspiración de muchos autores como Julio Verne (“La Jangada”) en el siglo XIX, el colombiano José Eustacio Rivera (“la Vorágine”) o recientemente, Mario Vargas Llosa (“El Sueño del Celta”).
La exposición “La Amazonía Peruana y el Caucho: Imágenes de una época”, es un retrato de esta etapa, que ha sido posible gracias a la importante labor de recopilación histórica llevada a cabo por la Editorial Tierra Nueva en
Iquitos, Perú, y el apoyo del Museo Nacional de Antropología y la Embajada del Perú en España. La muestra de treinta fotografías es un registro de lugares y paisajes, pero sobretodo de hombres y mujeres, de sentimientos y de choque de culturas entre extranjeros y peruanos venidos de otras regiones con los pobladores originarios de la Selva Amazónica, que nos transportará a una época y a una región muchas veces desconocida.
El cronista español Manuel Uriarte, en el libro Diario de un misionero de Maynas, cita a los indígenas Omagua como los primeros oriundos amazónicos que transformaron el caucho. Era un aparato, utilitario y ritualista, nombrado tapotarana. El religioso citado no sospechó entonces que la savia de ese árbol, muchos años después, iba a intervenir decisivamente en el desarrollo de la industria automotriz europea.
En la imprenta Viuda de Luis Tasso, de la española ciudad de Barcelona, en 1913, fue publicada la obra Las cuestiones del Putumayo. El autor fue Julio César Arana, que entonces ejecutó su defensa contra las acusaciones de las atrocidades cometidas en sus fundos caucheros. Dichas acusaciones tenían diferente origen y actores, y fueron iniciadas a nivel local por el periodista Benjamín Saldaña Roca. Pero lo que motivó la respuesta de Arana fue la obra
El paraíso del diablo, de Walter Hardenburg, que provocó un escándalo internacional. La controversia que se encendió entonces dura hasta el presente.
La mayoría de fotografías de la presente exposición fueron captadas en 1912 por el señor Silvino Santos, fotógrafo profesional de nacionalidad portuguesa, cineasta y pariente político de Julio César Arana. El aludido obtuvo esas imágenes cuando acompañó, entre agosto y octubre, a una comisión de visita a las caucherías conformada por E. J. Fuller, cónsul de los Estados Unidos del Norte en Iquitos; Jorge B. Mitchael, cónsul de Inglaterra en Iquitos; y Carlos Rey de Castro, cónsul general del Perú en Amazonas y Pará. Una colección de fotos, sin texto, de esa visita fue publicada meses después. De ese álbum son la mayoría de tomas de la presente exposición.