Volver

Lo último en moda

Las agujas paleolíticas, perforadas para usarse con finos hilos, prueban la existencia de técnicas de costura para fabricar un vestuario confortable, ceñido al cuerpo, los brazos y las piernas. Las representaciones artísticas paleolíticas y otros indicios permiten imaginar y conocer capuchas, anoraks, calzado, camisas, vestidos en suma sobre los que bordar los adornos de hueso y dientes que hallamos al excavar yacimientos y enterramientos.

Línea horizontal

Diente de ciervo perforado

Colgante

Los ciervos tienen dos dientes muy peculiares, suaves al tacto, de forma redondeada y alargada, como una gota: son los caninos atrofiados. Los encontramos dispersos o agrupados en todo yacimiento. Por su belleza y escasez (solo dos por cada ciervo abatido) eran apreciados y valorados como joyas. Junto a conchas y piedras raras se bordaban en vestidos y gorros de hombres y mujeres tal y como muestra lo hallado en algunas tumbas paleolíticas.

Aguja fabricada en hueso

La aguja hace 14.000 años

Agujas como esta y los hilos correspondientes a su perforación, junto a pieles bien suavizadas, cortadas y unidas con finas costuras servían para crear un vestuario ceñido al cuerpo, confortable para el clima o las estaciones frías.

Las agujas nos dan la imagen real, correcta, de las personas vestidas que vemos en algunas representaciones artísticas paleolíticas a las que podemos deducir de lo hallado en las tumbas. Agujas de igual forma y dimensión que las actuales, en las que solo hemos cambiado el hueso por el hierro.

Sacando las hebras de un tendón seco de ciervo

Tendón

De un ciervo, como de cualquier otro animal cazado, se aprovecharía todo: la carne y las vísceras como alimento, la piel para el vestido y otros usos, las astas para fabricar útiles, el tuétano de los huesos como grasa nutritiva o para fabricar lámparas. Los tendones, una vez secos, pueden desmenuzarse en finos y resistentes filamentos con los que hilar cordones o hilos.

Subir