En esta ocasión, propusimos a nuestros visitantes una mirada diferente sobre el arte de la cueva de Altamira y en definitiva, una mirada diferente sobre el arte rupestre en general.
Harris hasta en pintura consistía en una experiencia en la propia Neocueva que buscaba generar en los visitantes una perspectiva alternativa a la habitual, una mirada crítica donde la atención recaía en una de las principales característica de la cavidad, la superposición de arte sobre arte a lo largo de milenios.
La cueva de Altamira tiene entre sus valores excepcionales la acumulación de arte durante unos 25 000 años, desde el Auriñaciense hasta el Magdaleniense, lo que sin duda da pie a numerosas superposiciones, reutilizaciones y modificaciones que fueron el objeto principal de atención. Para su lectura, el público participante debía adaptar la matriz de Harris –empleada en la lectura de las unidades estratigráficas de los yacimientos- al arte de la Sala de Polícromos, dando lugar así al desarrollo de una mirada crítica, una manera diferente de observar este arte, más aguada, más consciente de su evolución durante el propio Paleolítico.