El Greco (1541-1614)
Un excelente ejemplo de la aportación del Greco a la historia española del retrato, consagrándose como introductor en nuestro país del retrato psicológico, es decir, del retrato que muestra algo tan sutil y difícil de captar como la vida interior de las personas.
En este caso el retratado es Antonio de Covarrubias y Leiva, amigo íntimo del pintor y jurista de prestigio. Ayudó al Greco a introducirse en los círculos eclesiásticos e intelectuales de Toledo a la muerte de 1584 de don Diego de Castilla. Doménico lo elogió en una nota suya al Vitruvio:
"aquel Antonio de Covarrubias (se diría un milagro de la naturaleza) en el cual se albergan no sólo elocuencia y elegancia cicerioniana y un perfecto conocimiento de la lengua griega, sino también una bondad y una paciencia infinitas y esto lo hace resplandecer de tal modo que turba la vista y me impide proseguir"
El pintor le representó de edad avanzada y con un cierto movimiento propio de su vitalidad o, tal vez, de su desasosiego interior, reflejo de la sordera que padeció durante su vida. Para Leticia Ruiz "es obra que muestra la gran entidad de los retratos realizados por el Greco, la sobriedad en la presentación, donde recobra tanto las enseñanzas venecianas como el sentido del retrato de corte español".