Se trata de un modelo de Virgen con Niño habitual en el Románico y Gótico pero no exento de interés iconográfico. El tipo tiene su origen en Bizancio. Diversos especialistas han vertebrado una evolución de la imagen durante la Baja Edad Media desde la primera mitad del siglo XIII, cuando comienza a abandonar su aire rígido y la ausencia de relación entre el Niño y la Madre para avanzar en la humanización a partir del siglo XIV. La talla representa un estadio intermedio entre la frontalidad y hieratismo de las más antiguas y las que presentan ya a Jesús en pie, trepando hacia el rostro de la Virgen. Propio de este momento intermedio es la posición del Niño, sentado en una pierna de la Madre mientras extiende sus pies hacia la otra.
La Virgen sostiene en su mano una manzana, que simboliza a María como Nueva Eva, que redime a la humanidad a través de su hijo. Gonzalo de Berceo a finales del siglo XIII en sus Milagros de Nuestra Señora comparó a la Virgen con un riquísimo jardín, en el que aparecen las flores con que se la denomina y que proporcionan frutos que representan sus milagros; por eso, la manzana es a veces sustituida por otra fruta, una flor o incluso la esfera del universo.Salto de línea Salto de línea Probablemente es una imagen de escuela gótica castellana aunque, por la forma de los rasgos del rostro de la Virgen, podría ser que su artífice se hubiera inspirado en modelos franceses.