Alto relieve que representa a Santa Ana y la Virgen María con Jesús niño sobre su regazo. Santa Ana sostiene un libro simbolizando, según señalan los evangelios apócrifos, que fue ella quien enseñó a leer a María durante su infancia.
A finales del siglo XIII, ciertos temas relacionados con santos fueron divulgados a través de la "Leyenda Dorada" de Santiago de la Vorágine, siendo de gran predicamento durante toda la Edad Media hasta el siglo XVI, cuando empezaron a disminuir por la censura aplicada por el Concilio de Trento.
Este grupo trinitario en el que se representan las tres generaciones de la Sagrada Familia, abuela, madre y niño, gozó de gran éxito entre los artistas del Norte de Europa, sobre todo en la Alemania de los siglos XV y XVI. En los territorios de la monarquía Hispánica estas representaciones continuaron en el siglo XVII como referencia velada a la Inmaculada concepción de María, aun no aceptado como dogma.
Aunque en este conjunto sólo podemos apreciar el libro, hay seis elementos que suelen aparecer generalmente en el grupo de Santa Ana, la Virgen y el Niño: La corona, relacionada con los atributos reales, ya que se quiere vestir a la Virgen, y en ocasiones también al niño de éste carácter real como reyes de toda la creación, el Libro, la Flor, atributo de María y en ocasiones de Santa Ana, el Fruto, que suele ser una manzana y se relaciona con la concepción de María como nueva Eva, ofreciendo el fruto de la Salvación, el Cetro, que además de atributo de realeza o majestad puede ser entendido también como símbolo de fertilidad, y el Globo del mundo.