Por Isabel Olbés Ruiz de Alda (ayudante en el Museo del Greco)
Publicado el 6 de octubre de 2020
En abril de 2019, el equipo técnico del Museo del Greco llevó a cabo una reforma de la sala del estrado, motivada por el levantamiento de unos depósitos pertenecientes al Museo del Traje-CIPE y al Museo Nacional de Artes Decorativas. Dicha devolución de piezas, que habían estado durante años en esta institución, suponía dejar este espacio incompleto en más de un sentido, por lo que se hizo necesaria una remodelación de la sala, con piezas pertenecientes a nuestra colección permanente.
No es la primera vez que el estrado sufría una transformación: en museografías anteriores (ver artículo de Nieves Sánchez "La recreación de la Casa del Greco, 1910-2008”), su ubicación cambió dentro del plano del museo; en este caso, hemos transformado o mejor dicho completado el estrado, con la incorporación de un espejo y la plasmación del significado de estrado en la pared sureste.
El origen del estrado
SubirDesde un punto de vista exclusivamente etimológico el estrado es, según la definición de Sebastián de Covarrubias en su obra Tesoros de la lengua castellana o española (1611), “ el lugar donde las mujeres se asientan sobre cogines y reciben visitas”, al tiempo que el Diccionario de Autoridades (tomo III-1732), precedente de la actual RAE, cita como definición de estrado “el conjunto de alhajas que sirve para cubrir y adornar el lugar o pieza en que se sientan las señoras para recibir las visitas, que se compone de alfombra o tapete, almohadas, taburetes o sillas bajas”. Hoy en día el término tiene más acepciones, pero todos tienen en común la idea de un espacio sobreelevado desde el que se administra justicia, se sentencian pleitos o como en este caso, se reciben las visitas; por lo general, un sitio de honor. Es cierto que además la RAE admite como estrado el conjunto de piezas que servían para adornar este espacio así como el espacio en sí. Por tanto, estrado se refiere tanto al continente como al contenido.
Este aposento, que como decimos tenía un carácter singularmente femenino, formó parte del espacio doméstico desde el s. XII-XIII, cuando la influencia islámica se dejaba notar en la decoración y ornamento de las casas cristianas. Particularmente sensibles a la moda serían no solo la nobleza y clases sociales más pudientes sino toda la sociedad, que adoptaría en mayor o menor medida estos nuevos avances en la configuración del hogar.
Por tanto, estamos ante una estancia y los objetos que la componen, en donde inicialmente tanto hombres como mujeres se sentarían “a la turca” sobre cojines, alfombras, almohadas extendidas sobre una tarima de madera o de corcho. Formando parte de ello estarían también muebles de pequeño tamaño (sillas, arcas, mesitas, escritorios, escaparates, taburetes), a imitación de los de otras estancias pero adecuados al espacio que los contiene, de ahí que normalmente aparezcan descritos con el calificativo “de estrado” o con diminutivos, dando por entendido su pequeño tamaño. Esto hace pensar que estamos ante un espacio útil por ser empleado a diario; versátil, por el amplio abanico de actividades que en él se podían realizar; sujeto a las modas, como reflejo de un espacio femenino, y rico en matices, materiales y objetos empleados para mejor ornato de la sala.
Si bien al principio es un espacio dentro de la casa en donde se reúnen hombres y mujeres y se reciben invitados, con el tiempo, probablemente en torno al s. XIV-XV, queda relegado al ámbito femenino, junto a la alcoba o formando parte de ella, como un lugar donde poder reunirse, leer, cantar, rezar, coser, recibir visitas, en definitiva, actividades que conformaban el universo femenino. Sin duda, es un fiel reflejo de la moral de la época. E incluso cuando ya se había convertido en un lugar de esparcimiento femenino, los hombres no estaban vetados, pero sí es cierto que suelen sentarse en sillas o taburetes fuera del espacio delimitado del estrado, es decir, fuera de la estera, alfombra o de la barandilla.
Con la evolución de este espacio y en casas de cierto nivel, llega a haber tres tipos de estrado: de respeto, de cumplimiento y de cariño, esbozando con estos términos, la lejanía o cercanía del mismo respecto de las habitaciones de la señora de la casa.
Su recorrido en el tiempo fue largo y perduró hasta el s. XVIII cuando la llegada de una nueva dinastía, los Borbones, y la asimilación de tendencias más europeas acabó por hacerlos desaparecer. Un espacio nacido de las relaciones con el mundo islámico en la Península Ibérica en la Edad Media, reinterpretado durante la Edad Moderna, se convirtió en algo residual e incluso anacrónico, dando paso a las nuevas salas de recepción de los ss. XVIII y XIX.
La documentación sobre los estrados es amplia y constancia de ello ha quedado en obras tan significativas como “Las cantigas de Santa María”, de Alfonso X, el Sabio; la novela de María de Zayas “Novelas amorosas y ejemplares”, que formó parte del Club de Lectura del Museo del Greco en 2018, o en cuadros como “Los pretendientes de la Virgen” (c. 1485-1490), de Pedro Berruguete en el Museo Diocesano de Palencia, o “La Virgen de los Reyes Católicos” (c. 1491-1493), del Maestro de la Virgen de los Reyes Católicos en el Museo Nacional del Prado, así como en testamentos, dotes, inventarios de bienes, etc…
Por otro lado, la importancia del estrado queda patente no sólo en lo mucho que perdura sino también en su extensión geográfica, habiéndose documentado en las colonias de ultramar, a donde se exporta como un elemento más de la cultura española, configurando el espacio arquitectónico de las casas en los virreinatos americanos, por lo menos hasta el s. XIX. Sin embargo, no parece haber suficiente información para asegurar que también en las colonias asiáticas hubiese presencia del estrado.
Al ser un lugar “visitado” y por tanto “mostrado”, el estrado debía reflejar los gustos y el nivel de los dueños, y por tanto, el mobiliario, aunque de dimensiones más reducidas que para otras estancias de la casa, junto con telas, tapices, cueros y cordobanes, es un elemento de poder y ostentación. La profusión de piezas y la riqueza de materiales, en ocasiones exóticos, serán dos de los aspectos más singulares.
El estrado del Museo del Greco: el pasado
SubirEl 12 de junio de 1910 se inaugura la Casa Museo del Greco, tal y como se denominaba entonces. Desde el principio se configura la casa como un espacio cargado de connotaciones alusivas a la vida y al mundo del Greco. Así, si el museo reflejaba la actividad pictórica del cretense, la casa debía ser un espejo intuido de lo que hubiera sido el día a día de un personaje ilustre de finales del s. XVI-comienzos del s. XVII.
Dejando a un lado el hecho de que el lugar donde está ubicado el Museo del Greco no fue el lugar en el que realmente vivió, circunstancia que no fue óbice para la creación y configuración de un espacio dedicado al pintor, lo que sí fue un objetivo y un prioridad desde el principio fue la de crear un ambiente propicio que pudiera servir al visitante para entender mejor el mundo del Greco. Para llevar a cabo esto, el Marqués recreará espacios con objetos antiguos adquiridos o reproducidos, imprimiendo a las primeras museografías un fuerte contenido historicista, sin dejar de lado el componente estético. Su actividad como anticuario e intermediario en la venta de obras de arte, estarían en esta peculiar forma de entender un museo como un museo de ambiente, historicista en su plasmación, que tendría su continuidad en los otros dos museos que creó: el Museo Casa de Cervantes, en Valladolid y Museo Nacional del Romanticismo, en Madrid. Tras su muerte en 1942, las Fundaciones Vega-Inclán se encargarán de gestionar su enorme legado.
Es precisamente en el Siglo de Oro, el siglo del Greco, cuando el estrado alcanza su máximo apogeo. Sin embargo, en tiempos del Marqués, la sala que hoy conocemos como estrado se denominaba “saleta 2ª” y estaba muy lejos de tener la configuración que luego presentaría. El estrado como tal aparecería en un momento entre 1942, tras el fallecimiento del Marqués y 1953, tal y como aparece en un documento firmado por el entonces conservador del Museo y responsable de las fundaciones Vega-Inclán, Mariano Rodríguez de Rivas.
La apertura de España al exterior, tras la contienda, y por tanto, la llegada paulatina de turismo hace que los siguientes conservadores busquen ampliar las recreaciones de determinadas áreas del museo, siguiendo la estela de su fundador, apareciendo el taller, el estrado, el estradillo y el comedor. Con Maria Elena Gómez-Moreno, directora de las Fundaciones Vega-Inclán desde 1959, el montaje del estrado se mantuvo hasta que en 1989 se decidió llevar a cabo una reforma.
En su publicación de 1974 "La casa y el museo del Greco", Maria Elena Gómez-Moreno hace mención de dos espacios en los que se recrea el concepto de estrado: un "estradillo en la sala baja" ubicado en lo que actualmente es la Sala de audiovisuales, en el patio de acceso a la casa y frente a la cocina. Entonces estaba dividido en tres saletas pequeñas, ocupando la sala de la izquierda, con ventana de celosías y balcón mirando al jardín, recreando una zona de coser, dotada con mobiliario de pequeño tamaño y un cuadro de la "Virgen con el Niño" de Frei Carlos, que hoy encuentramos en nuestro estrado y un retrato de "Felipe II", del círculo cercano a Sánchez Coello. Se describe la sala como un "rincón para las mujeres, con sus útiles de labor", y decorado con pequeños muebles, cojines y cuadros de temática religiosa. En el piso superior, una antecámara daría paso al estrado propiamente dicho, con una tarima y con el mobiliario adecuado así como una serie de cuadros que posteriormente han encontrado mejor ubicación en el museo, como "Las edades del hombre", anónimo veneciano (s. XVI-XVII), "San Miguel", de la escuela hispano flamenca (s. XV) o "Los leñadores", de Paolo Fiammingo (c.1560-1596).
Las dos estancias se mantiene todavía en los noventa, con Consolación Pastor como directora de la institución. En su publicación "The house and museum of El Greco" (c.1989) indica que "the drawing room" era a todos los efectos el estrado propiamente dicho. Se trataba ded una sala con dos ventanas que miran a la sinagoga de Samuel Ha Leví y con una sensación de horror vacui, debido a la amalgama de objetos que la componían, muchos de los cuales siguen hoy en el mismo sitio: sillas bajas, un sillón frailero, cojines, un espejo de marco oscuro tipo castellano del s. XVII, baúles y cofres entro otros, destacando un arca con incrustaciones de hueso y marfil y efecto damero en la tapa. Los cuadros que formaban parte de esta sala eran una "Anunciación" de Paolo Fiammingo, de la escuela madrileña del s. XVII y un "San Francisco", de Blas Muñoz. A destacar en esta recreación es la barandilla, que delimitaría el espacio del estrado y que no sobrevivió a las siguientes museografías.
Lo que no acertamos a entender es el porqué de dos espacios casi similares en su configuración: el estradillo y el estrado. Desde un punto de vista museografico, la recreación de uno hubiese sido suficiente, pero tal vez estemos ante un estrado de respeto o cumplimiento (planta baja) y uno de cariño (planta superior), aunque las dimensiones del primero no serían suficientes para la recepción de invitados.
Posteriormente, bajo la dirección de Ana Carmen Lavín Berdonces, se lleva a cabo un Plan Museológico en 2003, que sería la base de las actuaciones acometidas en 2011 y cuyo objetivo era actualizar el museo con las nuevas tendencias museográficas, pero sin perder su esencia. Un aspecto fundamental era que “los visitantes dejen de identificar “la casa” con la verdadera casa del Greco” y “reconozcan que los montajes de la “Casa” responden a una interpretación romántica sobre el pintor”. En lo que se refiere al estrado este será reconstruido con textiles y con mobiliario propio del s. XVI-XVII, y frente a la amalgama de piezas de museografías anteriores se opta por un espacio “ideal” pero bastante parco en cuanto a su recreación, con una tarima sobreelevada y escasez en cuanto a muebles, cojines y cuadros.
El estrado en el Museo del Greco: hoy en día
SubirEl Museo del Greco es una institución de titularidad y gestión estatal del Ministerio de Cultura y Deporte, dependiente de la Dirección General de Bellas Artes y la Subdirección General de Museos Estatales.
En sus más de 100 años de historia el museo ha sufrido una evolución de su museografía y hoy opta por conjugar el pasado con el presente, sin olvidar sus orígenes pero con una mirada hacia el futuro. Es precisamente en ese contexto en el que se enmarca la sala que hoy presentamos y que acaba de completarse este pasado mes de septiembre 2020.
El estrado actualmente forma parte de la museografía que ilustra la Sala del “Greco en Toledo”, y aunque el visitante normalmente centre su mirada en el espacio sobreelevado, nosotros quisiéramos incidir en la importancia del cuadro que aparece a la derecha al acceder a esta sala y es “la Familia del Pintor” (CE 00043), una copia de 1949, realizada por Jerónimo Seisdedos, restaurador del Museo Nacional del Prado y reconocido copista de obras del Greco. El original es obra de Jorge Manuel, hijo del pintor cretense. Contextualizar el cuadro en esta sala nos permite establecer una relación entre ambos, dado que la escena se desarrolla precisamente en un estrado. A pesar de que no se conozcan mujeres en la vida del Greco, aparte de Jerónima de las Cuevas con la que no se desposó, sí conocemos la familia de su hijo, que seguramente sea la que aquí está representada.
Las piezas que hoy por hoy conforman el estrado reflejan precisamente esa idea de riqueza y ornato que mencionábamos anteriormente. La miniaturización del mobiliario, del que hablan varios especialistas en la materia, queda patente en las piezas que a continuación os mostramos:
Escritorios (17-CE 00189; 8-CE 00179; 3-CE 00171): entendemos por escritorio un mueble con una superficie para escribir y con compartimentos, gavetas o puertecillas, aunque algunos autores también incluyen a los muebles derivados del bargueño. En este caso, el Museo tiene expuestos tres ejemplares siendo el primero (17) un escritorio “de columnillas” con tres filas de cajones y uno de mayor tamaño central sobre otro cajón. Tal vez sea más apropiado llamarlo papelera puesto que nunca ha contado con una tapa abatible por lo que cada caja tiene su propio cierre. Realizado en madera y hierro, incorpora hueso en la decoración de columnas torneadas que enmarcan las gavetas, que presentan decoración geométrica. El segundo escritorio (8), es una pieza de origen indo-portugués, del s. XV, realizado en madera de teca, hierro, laca negra y roja, pigmentos y oro en polvo. Es precisamente este tipo de mobiliario el que se ajustaría a la idea de estrado como un lugar para mostrar el nivel y la suntuosidad de la casa. Este tipo de muebles responde al interés demostrado por la sociedad europea de productos exóticos, en este caso de la región de Goa. El último escritorio (3) es de taracea con una decoración geométrica mudéjar, del s. XVI. Realizado en madera de boj, nogal, hierro y hueso, presenta una tapa abatible y numerosos compartimentos y motivos decorativos muy diferentes. Dadas sus dimensiones, era lógico pensar que de haber formado parte de un estrado no hubiera estado ubicado dentro del perímetro del estrado, por lo que en la museografía actual se ha optado por colocarlo encima de una mesa, decorado con conchas o veneras, motivos propios del s. XVI-XVII.
Arquillas y arquetas (4-CE 00188; 10-CE 00186; 13-CE 00182): tanto unas como otras se refieren a arcas de pequeño tamaño y portátiles. Son muebles contenedores, rectangulares en sus dimensiones, con asas laterales y profusión de motivos decorativos, con sogueados, triángulos entrelazados y abanicos, en el primero, mientras el segundo muestra decoración floral e incrustaciones de hueso y ébano; el tercero, decoración geométrica que imita la marquetería típica italiana y levantina del s. XVI. Los tres contenedores están fechados en el s. XIX-XX. Dentro de este tipo de mobiliario podríamos incluir también el cofre (16-CE 00427), de estilo renacentista, realizado en cuero, madera y hierro, tapizado y repujado, y que presenta tapa en artesa.
Talla del Niño Jesús (15-CE 00190): siguiendo la moral y la ética cristianas del momento, elementos referidos a la Virgen, al Niño Jesús o a los santos, parecen estar presentes, demostrando la virtud y piedad de la mujer. En este caso, el Niño aparece sentado en un sillón frailero, dormido, apoyando la cabeza en su mano derecha, mientras la izquierda sostiene algún elemento que hoy se ha perdido. Esta figura ya formaba parte del estrado en museografías anteriores y responde a un modelo iconográfico del s. XVI. Junto a esta talla nos gustaría destacar los cuadros de tema mariano que aparecen en la sala: “Virgen con Niño”, anónimo (2-DE 00021) de inspiración claramente bizantina y la “Virgen con Niño”, atribuido a Frei Carlos (22-CE 00123), uno de los principales pintores del renacimiento portugués, en cuya obra se vislumbran influencias florentinas y flamencas. Este cuadro, procedente del legado testamentario del Marqués, ha formado parte del “cuarto de costura”-estrado desde 1907.
Mobiliario de asiento: silla (19-CE 00193) y taburete (12-CE 00208), ambos con un tamaño reducido y colocados en la tarima para recrear el tipo de asiento de las damas. Realizados ambos en madera, a pesar de reproducir tipos de los siglos XVII-XVIII, están fechados en época contemporánea. Junto al taburete unos cojines (11-CE 00544 y CE 00545) que permiten visualizar cómo sería el suelo del estrado, en este caso delimitado por la presencia de una alfombra (18-CE 00177). Fuera del espacio del estrado, pero todavía en la misma sala, encontramos un sillón frailero (1-CE 00521) típico del s. XVI, que con un origen italiano, pasó a formar parte del mobiliario español gracias al amplio uso que de él hicieron los monarcas españoles.
El resto de los elementos nos han servido para recrear el ambiente propio de un estrado, en donde junto con los muebles y objetos antes descritos, también podríamos encontrar una mandolina (9-CE 00135) o la rueca (14-CE 00195), como ejemplo de algunas de las actividades llevadas a cabo por las mujeres: tocar música y coser. No quisiéramos dejar de mencionar el impresionante espejo castellano con marco de madera (21-CE00199), que acabamos de incorporar y que ya ha formado parte del estrado en las museografías desde los años cincuenta a los años noventa del pasado siglo.
Finalmente, un jarroncito de loza (7-CE 00568), un candelero (5-CE00476) y una escudilla (6-CE00410), a imitación de los tipos de Manises del s. XVII, junto con unos libros (20), que tenemos pensado exponer, completarían la recreación del estrado.
Conservación preventiva y montaje
SubirPor Esther Gil Chao (conservadora-restauradora del Museo del Greco)
La reciente reorganización del estrado, se ha desarrollado, como es habitual, con la colaboración de los diferentes departamentos técnicos del museo: Documentación, Conservación y Restauración y Mantenimiento.
Una vez seleccionadas las piezas de la colección permanente para la nueva museografía del estrado por parte del equipo de Documentación, los técnicos del Departamento de Conservación y Restauración inspeccionaron la totalidad de las obras que se iban a exponer y se revisaron las ya expuestas, para acondicionar el montaje a las necesidades de cada una de ellas.
En esta línea y atendiendo a la naturaleza artística y material de las obras, se configuró un plan expositivo que permitiera mostrar tan variopinta selección de piezas, sin perjuicio para su correcto mantenimiento. Se estudiaron los parámetros ambientales adecuados de conservación preventiva y se adoptaron las medidas necesarias para evitar transferencias nocivas entre los distintos materiales constitutivos de todas las obras.
Control medioambiental de la sala
Dentro de las medidas de control ambiental, es imprescindible atender, como sucede en el resto del museo, a las condiciones de humedad relativa y temperatura, establecer los parámetros adecuados y velar porque se mantengan estables mediante el seguimiento y registro periódico y constante.
Las mediciones de humedad relativa y temperatura adecuadas se establecen conforme a las necesidades de aquellos materiales más sensibles, que son las obras constituidas por materiales orgánicos.
Especialmente vulnerables dentro del conjunto que forma el estrado en la actualidad, son los textiles, como la alfombra (18) y los cojines (11), seguidos de obras mixtas de madera y textil, como el sillón frailero, realizado con madera y cuero (1) o la mandolina (9), realizada con madera y piel. También muestran un alto grado de sensibilidad frente a fluctuaciones de humedad y temperatura las piezas constituidas íntegramente con madera, como son los cofres y elementos de mobiliario (16, 20, 12, 13, 14, 8, 4, 21), o las obras de madera estucada y policromada como es la talla del Niño Jesús (15) o de madera con incrustaciones y taraceas, como son los bargueños y cofrecillos (17, 10, 3). A un nivel similar se encontrarían las dos pinturas de caballete – óleo sobre tabla que se exponen en sendas paredes del estrado (22, 2) y el cuadro dedicado a la familia del pintor (CE 00043), realizado en óleo sobre lienzo.
Por último, las obras del montaje expositivo más estables frente a variaciones climáticas y menos fotosensibles, son aquellas realizadas con materiales inorgánicos, como las metálicas – candelabro (5) o las cerámicas - el jarroncito de loza (7) y la salvilla (6).
Dada esta diversidad de materiales, se decidió establecer un promedio de las mediciones medioambientales, priorizando como decíamos, las exigencias de aquellos más sensibles, que como hemos visto eran los textiles. Este rango se establece en una humedad relativa aproximada del 50% con un margen de más menos 10% y temperaturas de unos 20ºC, con un margen de más menos 2ºC.
Control lumínico de la sala
En el caso de la iluminación, la sala en la que se encuentra el estrado, cuenta como ya se ha mencionado, con una ventana practicable con vistas a la Sinagoga del Tránsito. Aprovechando esta circunstancia, y previa colocación de un estor específico, se estableció un protocolo para la apertura y cierre de sus contraventanas que permitiera la entrada controlada de luz natural.
Este hecho supone una mejora de la calidad expositiva del conjunto y favorece la recreación del ambiente doméstico femenino, sin que la luz incida de forma negativa sobre los objetos expuestos.
Otra fuente de luz natural, pero en este caso no deseada, era la que provenía de las ventanas del corredor que conduce desde la sala del estrado hacia el Apostolado. En este caso, se decidió interponer un elemento opaco a modo de barrera en la junta de una de las puertas de salida de la sala para que discretamente impidiera el paso de la luz desde este punto, ya que rompía la armonía lumínica del ambiente e incidía de forma nociva sobre algunas de las obras expuestas.
La iluminación artificial específica del conjunto se realiza con led de disposición cenital y haz de luz difuso, con niveles suficientes para una correcta visión, pero respetando las necesidades de los materiales más fotosensibles, que nuevamente, son los textiles. Estos parámetros oscilan entre los 50 lux y los 150 – 200 lux para aquellas obras de sensibilidad media como son las pinturas de caballete, tallas o mobiliario presente en el montaje del estrado.
Montaje expositivo desde la conservación preventiva
Una vez establecidos los parámetros ambientales óptimos de la sala y definido el orden compositivo de la escenografía, el Departamento de Conservación y Restauración procedió a la limpieza y adecuación de la totalidad de las obras a exponer. De forma previa también se adoptaron las medidas mínimas de conservación oportunas para garantizar la correcta exposición de las piezas y la estabilidad material de todas ellas, mostrando especial atención a la alfombra, que por su naturaleza y circunstancias, era la obra más vulnerable del conjunto.
Para evitar transferencias negativas entre los diferentes materiales se realizaron soportes específicos ocultos de cada uno de los elementos expuestos, confeccionados a medida con materiales inertes de conservación tipo film de polyester transparente e incoloro y papel tisú.
En el caso de los elementos que por su ubicación debían apoyarse sobre la alfombra u otras de las obras del montaje, se confeccionaron soportes también ocultos que impidieran la excesiva transmisión de cargas sobre las piezas de apoyo.
Estos apoyos fueron realizados a medida con materiales específicos de conservación a base de espumas de polietileno reticulado de diferentes densidades. Fueron la solución para colocar algunas obras como la salvilla o la mandolina en disposiciones más tractivas, aunque más inestables, sin perjuicio para ninguna de las piezas implicadas y garantizando la estabilidad de todas ellas, al tiempo que se conseguía el montaje escenográfico deseado del conjunto.
Conclusiones
SubirNo quisiéramos terminar sin mencionar la importancia que esta recreación del ambiente de un estrado ha tenido en otros museos y que se puede ver hoy en día en la Casa de Dulcinea del Toboso, en donde el estrado está incluido en la propia alcoba; la Casa Museo Lope de Vega en Madrid, presidido por un enorme espejo de características similares al del Museo del Greco y con un gran brasero sobre la tarima; la Casa Natal de Cervantes, en Alcalá de Henares y el Museo Casa Cervantes en Valladolid; el castillo de Manzanares el Real, ricamente decorado con tapices y la reconstrucción de diversas salas de una casa señorial en el Museo Nacional de Artes Decorativas.
Si bien es cierto que la última remodelación del museo en 2011 impuso una museografía más acorde con los nuevos planteamientos, no es menos cierto que el mobiliario y el ambiente propician una forma de “entender” al Greco que hacen que hayamos tenido que insistir en la idea de que “no vivió en esta casa, pero sí vive en este museo”, para diferenciar los matices que subyacen en el inicio de la institución y el perfil que pretendemos ofrecer a los visitantes hoy en día, en pleno s. XXI. Si nos guiamos por las palabras del Marqués de la Vega-Inclán “un museo debe ante todo tener ambiente”…esperamos haberlo conseguido.
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