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Ribera en el Museo del Greco

Del 4 de noviembre 2022 al 19 de febrero de 2023

Exposición temporal

Ribera en el Museo del Greco

4 de noviembre 2022 – 19 de febrero 2023

El Museo del Greco de Toledo, dependiente del Ministerio de Cultura y Deporte, presenta su última exposición temporal “Ribera en el Museo del Greco” que podrá visitarse desde el 4 de noviembre de 2022 hasta el 19 de febrero de 2023. La exposición temporal gira entorno a la llegada de la obra Santo Tomás de José de Ribera, gracias a un intercambio institucional con el Museo de Bellas Artes de Budapest. El Museo del Greco ha prestado el retrato de Diego de Covarrubias para la exposición “El Greco” que se celebrará en el museo húngaro comisariada por Leticia Ruiz.

José de Ribera (Játiva, Valencia, 1591 – Nápoles, 1652) es uno de los mayores representantes del barroco español. Pintor, dibujante y grabador, con apenas veinte años, el joven Ribera marcha a Italia, donde hay constancia de su presencia, al menos, desde 1611 en Parma, en 1615 se encuentra ya en Roma y finalmente, hacia 1616, se instala en Nápoles, al servicio de los virreyes españoles. Ribera desarrolla toda su carrera en Italia donde es conocido por la versión italianizante de su nombre, Jusepe Ribera, o directamente por el ya célebre apodo de “Lo Spagnoletto”.

Ribera adopta una forma extrema del naturalismo de Caravaggio que se manifiesta en el uso de fuertes contrastes de luces y sombras. Sus personajes son presentados con crudo realismo. No obstante, también absorbió rasgos de otros lenguajes artísticos del momento tales como el clasicismo boloñés y el color romano. Esta diversidad de medios expresivos, única entre sus contemporáneos españoles, fue determinante para la búsqueda de un estilo propio que alcanzará en los años de madurez. Es entonces cuando suaviza los contrastes tenebristas por la inclusión de un colorido y una luz estudiados de los maestros venecianos. Su estilo es además poseedor de unas calidades tan cercanas al realismo que se hacen táctiles en telas y pieles. Su obra tiene una fuerza sorprendente y un verismo total, reflejo de una apabullante realidad, por más cruel o desagradable que sea.

Para la Historia del Arte, Ribera es una de las figuras capitales de la pintura europea del siglo XVII y, en cierto modo, una de las más influyentes de su época ya que sus formas y modelos se extienden por toda Italia, Centroeuropa y España dejando una profunda huella. La especial circunstancia de ser español y desarrollar su producción en Italia le ha hecho merecedor de una condición particular. Aunque formado en España, su etapa vital italiana hace que su estilo, tipos y temas sean luego marcadamente extranjeros.

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Imagen cedida por el Museo de BBAA de Budapest

La obra Santo Tomás que acoge el Museo del Greco fue realizada alrededor de los años 1609-1610, en su etapa de juventud. Este periodo del artista, hasta la década de 1620, ha tenido numerosas atribuciones, más o menos acertadas, que buscan reconstruir un periodo de su vida del que apenas se sabe nada. De todas las atribuciones del joven Ribera, este Santo Tomás es actualmente una de las más comúnmente aceptadas, aunque anteriormente fue atribuida al aprendiz de Ribera, Jusepe Martínez o al denominado Maestro del Juicio de Salomón (hoy identificado como el joven Ribera).

El Santo Tomás de Budapest fue probablemente realizado ya en Italia, territorio sacudido por la estela de Caravaggio, que había instaurado una nueva forma de pintar y de representar el santoral cristiano, con un naturalismo agresivo, basado en el tenebrismo, que en ocasiones se consideró inadecuado. Casualmente, Caravaggio muere en 1610, coincidiendo con el momento de ejecución de esta obra temprana. El influjo tenebrista es patente, lo cuidado de sus pinceladas y el aspecto de la figura denotan no obstante una obra lejana a su estilo de madurez.

Esta misma obra estuvo presente en la exposición “El joven Ribera” del Museo Nacional del Pardo (2011), donde pudo compararse con las obras de su apostolado más célebre y personal, aunque incompleto, en el Museo Nacional del Prado y realizado casi dos décadas después (1630-1635) del que nos ocupa. La comparación entre el Santo Tomás de juventud y el del Prado revela sin duda el gran cambio de estilo.

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Apostolados en la tradición española

Durante la Contrarreforma, las series de apostolados, que habían estado presentes durante siglos en los bancos de los retablos, cobran entidad propia y se convierten en conjuntos artísticos independientes donde cada apóstol es una pieza de arte en sí mismo. De cuerpo entero o medio cuerpo, el apostolado se volverá un tema recurrente en la historia del arte español, por lo que casi todos los grandes maestros realizaron sus propias versiones.

En el Museo del Greco, conviven diferentes obras que recogen este gusto por el apostolado. Desde el magnífico Apostolado del Greco (ca. 1608-1614), coetáneo a esta temprana obra de Ribera, a otras obras sueltas de apostolados incompletos del siglo XVII español. Este es el caso de las dos obras que se muestran junto al Santo Tomás de Ribera.

Destaca, por su calidad, un San Judas Tadeo atribuido por Enrique Valdivieso a Juan Valdés Leal (1622-1690), uno de los grandes maestros de la escuela barroca sevillana. Esta atribución ha perdido consistencia con el tiempo y aunque sigue su adscripción al círculo andaluz, actualmente se relaciona con la obra del pintor jienense, afincado temporalmente en Madrid, Sebastián Martínez Domedel (1615-1667). En esta obra vemos el esquema prototípico de las representaciones apostólicas. El apóstol, de avanza edad y ligeramente ladeado hacía la izquierda (probablemente para dirigir su mirada hacia el salvador), aparece cortado casi en tres cuartos, mientras que sostiene sus elementos iconográficos, la alabarda y el libro cerrado. Es también prototípica la inscripción con el nombre del santo, aunque en este caso, probablemente con posterioridad, se tituló erróneamente como Santo Tomás cuando en realidad, por sus atributos iconográficos, se trata de San Judas Tadeo. Su procedencia andaluza queda clara con los tonos terrizos y apagados de la pintura.

San Judas Tadeo Óleo sobre lienzo. Escuela Barroca Andaluza, siglo XVII.

La segunda obra es un San Andrés, en su momento atribuido a Francisco Herrera el Viejo (1590-1654), hoy está considerado como obra anónima de la escuela andaluza. En este caso, la figura, en un perfecto tres cuartos, se sitúa de frente a nosotros en un ligero contraposto. El apóstol, nuevamente, aparece representado como un hombre de avanzada edad que sostiene sus atributos iconográficos, la cruz en aspa y el libro. Y, también nuevamente, su nombre aparece inscrito en la esquina superior izquierda.

San Andrés Óleo sobre lienzo. Escuela Barroca Andaluza, siglo XVII

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El Santo Tomás de Budapest constituye una oportunidad única para toledanos y visitantes de acercarse a la pintura de un Maestro todavía en busca de su estilo, un Ribera joven de apenas veinte años. Santo Tomás vuelve a España y en esta ocasión para dialogar con la tradición española de los apostolados de la que el Museo del Greco guarda varias muestras de incalculable valor.

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