El entorno
El Museo Cerralbo está situado en el barrio de Argüelles frente al Parque del Oeste, próximo al Templo de Debod, Palacio Real y la Plaza de España.
El desarrollo urbanístico de la zona es fruto de la planificación del ensanche de la ciudad realizado por Carlos Mª Castro a mediados del siglo XIX, que supuso la creación de nuevos barrios, dotados de red de alcantarillado, agua corriente y tendido eléctrico en los que se instalaron las clases pudientes, sobre todo las de fortuna reciente.
El edificio
El Museo Cerralbo fue la residencia del XVII marqués de Cerralbo, don Enrique de Aguilera y Gamboa y su familia, compuesta por su esposa doña Inocencia del Valle Serrano y los hijos de ésta fruto de su primer matrimonio con don Antonio del Valle Angelín, don Antonio y doña Amelia. El tipo de edificación elegido es una transposición del hôtel particulier francés, dotada de patio interior y jardín para asegurar la luminosidad y la ventilación recomendadas por los médicos higienistas.
Se construye entre 1885 y en 1893 por los arquitectos Sureda y Cabello Asó y luego su hijo Cabello Lapiedra, siguiendo las directrices marcadas por el propio Marqués. La traza clasicista de sus fachadas, en la que se alternan la piedra y el ladrillo y molduras decorativas resueltas en escayola, responde al eclecticismo histórico imperante en la época.
Las estancias interiores se organizan según el criterio decimonónico con distinción entre las destinadas a recibir, dedicadas a la vida social, y las privadas, donde transcurría la vida de diario.
El fundador
Don Enrique de Aguilera y Gamboa (óleo) [Nueva ventana] , nació en Madrid en 1845, destacó como político, historiador y pionero de la arqueología en España. Heredero de un rancio abolengo fue XVII marqués de Cerralbo, título que se remonta al siglo XVI, cuando Carlos I otorga a Rodrigo Pacheco , octavo señor de Cerralbo, el marquesado por los servicios prestados en las campañas alemanas.
Fiel a la causa carlista fue el representante en España de don Carlos de Borbón. A los 64 años, desengañado de la política, centró sus esfuerzos y recursos económicos en más de un centenar de campañas de excavación arqueológica a lo largo de la cuenca del Jalón. Sus investigaciones se hallan recogidas en “ Páginas de la Historia Patria por mis excavaciones arqueológicas”, premio Martorell de 1911.
La pasión coleccionista, compartida con su mujer e hijos, podemos rastrearla desde su juventud en el mundo de la numismática. Años más tarde, el entronque matrimonial con doña Inocencia, la herencia de su abuelo y una discreta actividad bursátil, le posibilitan dedicarse a acopiar un variado e importante patrimonio artístico que adquiere en subastas, anticuarios y exposiciones.
Al final de sus días y sin herederos directos la preocupación de que sus colecciones reunidas con tanto esfuerzo e ilusión fueran disgregadas, le lleva a establecer un legado testamentario a favor del Estado que se hace efectivo en agosto de 1922. En su proyecto contó con el apoyo de doña Amelia, quién también legó en 1927 las obras de arte y artes decorativas de su propiedad para que formasen parte del Museo Cerralbo. Gracias a estas iniciativas el patrimonio público español cuenta con el testimonio de un estilo de vida y una explícita muestra del gusto decorativo de una época que de otra forma se hubieran perdido.