Club Lectura
El Anticuario de Water Scott (1816)
Novela romántica donde se despliegan espectacularmente todos sus personajes, paisajes y conflictos: desde imprevistas subidas de marea en una playa al borde de un acantilado hasta duelos en las ruinas de un monasterio, pasando por tesoros enterrados, cultos secretos y apariciones fantasmales. Es ésta una novela, sin embargo, en la que no es romántico todo lo que lo parece, y en la que el humor y la lucidez brillan con genialidad.
Zalacaín el aventurero de Pío Baroja (1908)
Novela breve que narra las aventuras y desventuras de un joven vasco, Martín Zalacaín, mientras retrata un momento histórico fundamental en la vida de los Cerralbo, el carlismo y las guerras carlistas.
Sab, de Gertrudis Gómez de Avellaneda (1841)
Esta obra nos transporta a la Cuba colonial de la primera mitad del siglo XIX para narrar la historia de amor en torno a los dos personajes protagonistas: Carlota, señorita de clase alta, y el esclavo Sab. Escrita en pleno Romanticismo y considerada la primera novela antiesclavista en español, en ella tienen cabida los modelos típicos de la novela romántica pero también la crítica social y las reminiscencias autobiográficas, además de retratar la naturaleza y las costumbres cubanas, sin duda tomados de los recuerdos de infancia de Gertrudis.
Noticias de ninguna parte, de William Morris (1890)
Un viaje inexplicable en el tiempo proyecta a su protagonista decimonónico hacia un sorprendente futuro en el que el capitalismo se ha dejado atrás y la gente vive idílicamente, en armonía con sus semejantes y con la naturaleza. Así comienza esta obra de William Morris, polifacético impulsor del movimiento estético y filosófico Arts & Crafts, en el que se renegaba de la producción en masa y se abogaba por una recuperación de los oficios artesanales. Utopía, romanticismo y preocupación social se unen en esta deliciosa novela de ciencia ficción que sigue de plena actualidad.
La de Bringas, de Benito Pérez Galdós (1884)
La decadencia de Rosalía Pipaón, una protagonista obsesionada por las apariencias, servirá como telón de fondo para denunciar la grave situación política del país, tal y como corresponde al espíritu crítico y realista del autor. Una lectura perfecta para descubrir los rincones del Madrid de entonces, así como las costumbres, preocupaciones y vivencias de la sociedad decimonónica del momento.
La Tribuna, de Emilia Pardo Bazán (1883)
Considerada la primera novela social y naturalista española, La Tribuna suscitó un gran escándalo al publicarse. La historia de Amparo, una carismática cigarrera gallega, se nos presenta en una España en plena proclamación de la Primera República, las guerras carlistas y el reinado de Amadeo de Saboya. La atrevida narración de la Pardo Bazán está teñida de conciencia de clase obrera, solidaridad vecinal e incipiente feminismo, pero también de paternalismo y juicio moral. Ficción y realidad se unen en este apasionado relato que nos transportará a la España del siglo XIX vista por el pueblo.
En el piso de abajo. Memorias de una cocinera inglesa de los años 20, por Margaret Powell (1968)
Inolvidables memorias de una mujer inglesa de clase obrera que con mucha fuerza de voluntad e inteligencia consiguió prosperar, convirtiéndose en cocinera, recibir una educación y finalmente escribir hasta tres libros autobiográficos que se inscriben en la corriente de memorias obreras que se inicia en los años 50. Las memorias de sus años de cocinera en los años 20 han inspirado ficciones como Downton Abbey, pero su auténtico valor está en la frescura de la cotidianeidad y las ideas igualitarias.
“El caballero Héctor de Sainte-Hermine” de Alejandro Dumas (publicado póstumamente en 2005)
Escrita entre 1869 y 1870, esta novela completa la trilogía napoleónica iniciada por “Los blancos y los azules” y “Los compañeros de Jehú”. Como buen folletín la obra fue publicada por entregas en el periódico Le Moniteur Universal, pero la muerte del autor la dejó inacabada. Redescubierta por Claude Schopp, biógrafo y gran experto en Dumas, por su excepcional calidad narrativa puede considerarse como la culminación del estilo del autor, una auténtica obra de madurez muy poco conocida. Contextualiza a la perfección el inicio del siglo XIX, con un magistral despliegue de personajes y hechos reales.