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Recuperación de espacios

Galería II del Piso Principal del Museo en la actualidad Pulse para ampliar
Fases de ejecución Pulse para ampliar

El Museo Cerralbo presenta la singularidad de ser el único palacio-museo de Madrid que ha podido reconstruir sus ambientes originales con la ubicación fidedigna de sus piezas auténticas a partir de los inventarios de la Casa. A través de un estudio científico de esta documentación, la dirección del museo decidió recuperar la puesta en escena de unos espacios imbuidos de la decadencia y suntuosidad propias del siglo XIX.

La labor de recuperación de los ambientes originales del Palacio Cerralbo fue galardonada por los Premios Europa Nostra 2008 con una Medalla en la categoría de Conservación del Patrimonio.

Objetivos de la actuación:

  • Garantizar la conservación y preservación del palacio Cerralbo con sus ambientaciones originales.
  • Proporcionar al visitante una percepción fidedigna de las formas de vida de la aristocracia madrileña y del coleccionismo de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
  • Convertir el museo en un centro de referencia en cuanto a criterios de intervención en casas-museo.

Nuestro proyecto

Consideramos el ambiente como un valor histórico artístico digno de recuperación por ser reflejo del interés coleccionista y testimonio del gusto, usos sociales y formas de vida de una parte de la sociedad del siglo XIX. Por este motivo iniciamos a partir de 2002, en lo que fuera el núcleo inicial del museo, es decir, Gran Portal, Escalera de Honor y Piso Principal, una serie de campañas puntuales, sala a sala, que lo convierte en uno de los escasos ejemplos de casa-museo que muestra mobiliario y decoración originales, retornando a sus paredes el calor y el encanto de lo habitado. El proyecto es fruto de un concienzudo trabajo de documentación histórica y complejas tareas de recuperación, conservación y restauración, en las que ha sido necesario coordinar las actuaciones de historiadores y restauradores, además de un nutrido número de operarios de todos los oficios.

Antes de comenzar nuestro trabajo se habían llevado a cabo una serie de actuaciones arquitectónicas, finalizadas en 1993, consistentes en reformas estructurales en forjados y cubiertas, mejoras de la instalación eléctrica, dotación de aire acondicionado e instalación de un sistema de circuito cerrado de televisión. Además se había habilitado la zona de buhardillas para despachos de administración y conservación y talleres de restauración, por lo que restaba abordar entonces la renovación museográfica.

No obstante, el montaje museográfico ideado por el fundador había sido considerablemente trastocado. En aras de la seguridad, la conservación y la didáctica, se habían retirado la infinidad de objetos repartidos en mesas, consolas y escritorios, para exponerlos en vitrinas por series temáticas. Las mejores pinturas que en origen decoraban las galerías de la planta principal, se encontraban diseminadas por las galerías creadas en entresuelo al haber desaparecido una serie de pasillos y habitaciones de diario con la reforma dirigida por Sanz Pastor en los años 40 del siglo XX, que también acabó con las dependencias de servicio de los sótanos y las cubiertas aterrazadas de los torreones.

El aspecto de las salas del museo antes de nuestra intervención era destartalado y presentaba una serie de salas inconexas cuyas denominaciones resultaban incomprensibles pues ya no estaban en la habitación las piezas que había justificado su denominación. Los elementos retirados y descontextualizados formaban conjuntos temáticos expuestos en vitrinas realizadas a partir de muebles de la propia colección consecuentemente manipulados para su nueva función. Por otra parte, se habían retirado los textiles originales, despojando a la ambientación decimonónica de cortinajes y alfombras, una sus principales características.

El reto era, por tanto, acometer una necesaria renovación museográfica. Barajamos diferentes posibilidades, que iban desde respetar las actuaciones de nuestros predecesores y acometer simplemente la restauración de las piezas que así lo requirieran, a una renovación total del montaje, creando un museo de series temáticas muestra del coleccionismo decimonónico. Ambas opciones, además de ir en contra de la disposición testamentaria del propio marqués de Cerralbo, suponían, a nuestro criterio, una falta de respeto a ese “otro patrimonio” poco valorado: el interiorismo. Desde ese momento, nos fijamos la meta de la renovación museográfica desde la recuperación, entendiendo la ambientación decorativa como un bien del patrimonio histórico artístico y por tanto, digno de protección. La renovación consistiría en devolver al palacio el esplendor de antaño, testimonio de unas inquietudes y formas de vida muy concretas, ejemplo del coleccionismo del siglo XIX y de las costumbres sociales de la época, todo ello mostrado en su entorno original, en una de las primeras casas en Madrid con luz eléctrica, agua corriente y teléfono.

Este es el criterio que ha regido nuestras intervenciones, que comienzan a nivel de estudio teórico en el año 2000, y que se concretan a partir de 2002 con la inauguración de la primera fase de las salas intervenidas.

Fases de ejecución

Trabajos de montaje en el Recibimiento de Verano del Piso Entresuelo El primer problema que se nos planteaba era qué momento histórico deberíamos “fosilizar” dentro de la evolución del palacio y la historia familiar. La solución fue recuperar la última etapa tal y como se encontraba en el momento del fallecimiento del Marqués en 1922. Contábamos con la documentación de primera mano que era el inventario realizado en 1924 por el primer director museo, don Juan Cabré. A finales del año 2000 se inició un proceso documentación consistente en la interpretación de ese inventario, lo que dio como resultado un dossier completo, referido a toda planta principal que indicaba el alcance general de intervención, y con él empezamos a trabajar.

Con la información suministrada por el inventario Cabré, interpretada históricamente, cotejada con la documentación fotográfica que se conserva en el archivo del museo y con el conocimiento de las tendencias decorativas decimonónicas, se ha intervenido en varias salas del museo para devolverles el aspecto que presentaban en 1922, año del fallecimiento del Marqués, fecha de referencia para centrar la recuperación. Nos planteamos llevar a cabo intervenciones puntuales, sala por sala, para hacerlas compatibles con la vida normal del museo.

La meta fundamental es la recuperación del conjunto, considerando la ambientación como una pieza histórica más y aceptando que hay que prescindir de la apreciación individualizada de las piezas. El resultado más significativo al devolver las colecciones a la disposición que tuvieran en 1922 es la contextualización de los espacios. La recuperación se lleva a cabo con rigor histórico, tratando de ser respetuosos con la apariencia original de cada sala, sin dejarnos guiar por el gusto personal, e intentando llegar hasta los más ínfimos detalles, siempre que las exigencias de conservación y seguridad nos lo permitan.

En ese afán de protección del conjunto hemos cuidado especialmente la iluminación, buscando un equilibrio entre el empeño en reproducir el nivel de luz que existía en estos salones en el XIX (en los que se combinaba la luz de gas con la incipiente luz eléctrica y la procedente de las velas), con la comodidad del visitante y las exigencias de conservación. La atención se extiende hasta los prendedores de luz en porcelana blanca con sistema de lazo a imitación de los primitivos. El suministro de información está también condicionado a las características del montaje, con el que tiene que ser respetuoso, por eso se ha huido prácticamente de todo soporte informativo, con la excepción de atriles de sala de sobria factura que hablan del uso que tuvo la estancia en su momento y dan breve noticia sobre algún elemento digno de destacar. Esta museografía exige unas especiales condiciones de seguridad y para ello además del sistema de video-vigilancia existen otra serie de medidas que van desde las puramente ingeniosas a las de tecnología avanzada.

La conservación del conjunto constituye nuestra meta fundamental, no obstante, hay que aceptar que este objetivo frecuentemente supone establecer prioridades y tomar decisiones que han de contemplar en todo momento la preservación, no solo del contenido material, sino también del ambiente.

En 2002 se hicieron las primeras reformas acometidas en el Comedor de Gala y Salón Billar, en 2004 se inauguraron la Sala de las Columnitas, Salita Imperio y Salón Vestuario. En 2006 la Galería Primera, la Galería Segunda y la Galería Tercera, en 2007 se terminaron las actuaciones del Gran Portal, y comenzaron las del Despacho, y la Biblioteca (donde ya se había trabajado en 2002, restaurando el papel de la pared y los anaqueles de las estanterías del piso superior). En el 2008 las de la Armería, el Pasillo de Dibujos y la Sala del Baño, rematadas a finales del 2009; y en 2013 el Salón Estufa, con lo que se recupera la totalidad del Piso Principal. Ese mismo año, se inician las interveciones en el ala de invierno, en concreto en el Cuarto Mirador y el Comedor de diario.

El resultado es un conjunto armónico que nos informa sobre las formas de habitación de un sector de la sociedad del siglo XIX, y en el que el tiempo parece haberse detenido.

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