Inmaculada Concepción.
Hacia 1640. Salto de línea Oleo sobre lienzo.Salto de línea 201 x 145 cm. Salto de línea Procedencia: Colección del Marqués de Leganés. Colección del Marqués de Salamanca: Hôtel Drouot, París, 1875, nº 43. Salto de línea Inv. 1649. Salto de línea Ubicación: Galería II
Bibliografía: NAVASCUES, P. DE / CONDE DE BEROLDINGEN, C.: El legado de un mecenas. Pintura española del Museo Marqués de Cerralbo. Pp. 44 - 46.
Este lienzo de Francisco de Zurbarán que representa a la Inmaculada Concepción, fue adquirido por don Enrique de Aguilera y Gamboa en la subasta de la colección del Marqués de Salamanca, que tuvo lugar en el Hôtel Drouot de París en 1875.
Esta representación de la Inmaculada añade algunos de los atributos de las letanías del Cantar de los Cantares, junto a referencias a la iconografía de la mujer apocalíptica, dando paso a la mujer “vestida de sol y con la luna a sus pies” del Apocalipsis. La Virgen con rostro de adolescente se halla suspendida como una Asunción, en ondulante figura, sobre un escabel de querubines. Aparece en el característico óvalo zurbaranesco de blandas nubes, en actitud de orar y con la cabeza descubierta en clara referencia virginal; viste túnica rosa y manto azul flotante, sobre su cabeza posa la paloma del Espíritu Santo. A los pies se retuerce la serpiente, insistiendo así Zurbarán, al modo de Murillo, en el aspecto triunfante de la victoria de la Virgen sobre el pecado.
Esta obra maestra de Zurbarán y de la colección Cerralbo, ha sido elogiada como la imagen más resplandeciente de la Inmaculada que un pintor haya creado o, la versión más perfecta de un tema tan querido por el artista. En efecto, Zurbarán pintó más de diez Inmaculadas, coincidiendo con un momento de fervor “concepcionista”, particularmente en la ciudad de Sevilla, donde en septiembre de 1613, un sermón que defendía una “opinión poco piadosa” sobre la concepción de la Virgen había producido un memorable escándalo; las autoridades religiosas organizaron fiestas y manifestaciones, donde participaron más de 40.000 personas que aclamaban a “María concebida sin pecado original”.
Precisamente la primera Inmaculada de Zurbarán data del año siguiente –pintada por el artista a la temprana edad de dieciocho años–, y las últimas, firmadas en 1661, coinciden con la culminación de la veneración inmaculanista, cuando el papa Alejandro VII proclama la bula Sollicitudo omnium ecclesiarum, a favor de este dogma.
La mayoría de los autores consideran la obra del periodo clásico, hacia 1640; Guidol y Gállego recogen la hipótesis de que tal vez haya sido inspirada por su tercera esposa, con la cual contrae matrimonio en 1644; otros autores la encuadran entre los años 1653-1658.