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Ricardo Balaca

Retrato de doña Manuela Inocencia Serrano y Cerver, Marquesa de Cerralbo Pulse para ampliar

Retrato de doña Manuela Inocencia Serrano y Cerver, Marquesa de Cerralbo

Ca. 1859. Salto de línea Óleo sobre lienzo. Salto de línea 122 x 92,5 cm. Salto de línea Firmado: "Balaca/1859" en ángulo inferior derecho. Salto de línea Inv. 1814. Salto de línea Ubicación: Galería I

Bibliografía: NAVASCUES, P. DE / CONDE DE BEROLDINGEN, C.: El legado de un mecenas. Pintura española del Museo Marqués de Cerralbo. P. 118.

Ricardo Balaca se formó en Lisboa, Londres y París, hasta que regresó a Madrid en 1850, donde completa su formación en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Fue dibujante, ilustrador gráfico de revistas de la época, cultivó sobre todo cuadros de batallas y retratos, realizando algunos para Amadeo de Saboya, Alfonso XII o el de su esposa Teresa Vergara, actualmente en el Museo Lázaro Galdiano.

Aquí tenemos un retrato de medio cuerpo de corte romántico que representa a doña Manuela Inocencia Serrano y Cerver, esposa de don Enrique de Aguilera y Gamboa, XVII Marqués de Cerralbo. A su vez era viuda de don Antonio María del Valle Angelín, de quien tenía dos hijos, Antonio y Amelia. Antonio del Valle Serrano, Marqués de Villa-Huerta, estudió filosofía y letras en la Universidad Central, donde conoce al Marqués de Cerralbo, compartiendo ambos la afición por la literatura y el interés por la numismática.

El 25 de agosto de 1871 doña Manuela Inocencia Serrano contraía matrimonio con el Marqués de Cerralbo en la parroquia de San Miguel Arcángel de Vitoria. Viajó con su marido e hijos por toda España y Europa, visitando sus galerías y museos y participando de su afán coleccionista.

Tenía un talante caritativo que la llevó a ayudar en numerosas ocasiones a los habitantes del pueblo de Santa María de Huerta con generosos donativos durante las epidemias de cólera e inundaciones. Murió en 1896.

En este retrato viste un traje de seda azul con volantes que llevan bordados florales de azabache, y con bocamangas y cuello de encaje blanco, a la moda isabelina. Sobre los hombros luce un mantón de encaje negro y se cubre parcialmente la cabeza con una mantilla de encaje y terciopelo, con un peinado de rodetes de trenzas a los lados. Lleva además varios adornos personales en orejas, cuello, muñecas, dedos y manos. El fondo representa un paisaje urbano muy difuminado, en tonos ocres, que representa una calle con diversas construcciones.

Los retratos de Balaca se caracterizan por el empleo de un dibujo minucioso y brillante colorido. Aquí las manos y el rostro muestran un perfecto dibujo académico y son las únicas partes nítidas y luminosas en el cuadro, pues el resto aparece difuminado. Balaca consigue centrar la atención en la cara de la marquesa al hacer que esta mire fijamente al espectador, con una penetrante mirada de ojos azules y una ligera sonrisa.

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